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La sombra del fracaso

No se enamore de su secretaria, ni de su oficina, porque son las primeras dos cosas que se pierden. Sabio consejo de un amigo.

Nada en este mundo nos prepara para la agonía de la muerte y mucho menos para perder el poder, un día somos, y al otro no existimos. Quién ha vivido un cambio repentino en su vida derivado de la obtención de un cargo político o burocrático sabe a qué me refiero, en el instante mismo que levantan la mano para proferir el mágico manifiesto que habrá de trastornar su salud mental, todo lo que hasta entonces ha sido su existencia, será sustituido por algo mejor; la comida; la ropa; el vehículo en que se trasladan; la casa y el rumbo por donde viven. Ahora sí, “¿protesta usted cumplir y hacer cumplir la constitución y las leyes que de ella emanen?: sí protesto.

Los hemos visto ascender y caer repentinamente, un día puede ser un líder obrero y en breve tiempo en transformarse en un próspero empresario. Otros pueden venir del barrio más jodido de la ciudad, sin mayor patrimonio que una huerta modesta sin servicios básicos y mágicamente, cual genio de lámpara, hacer aparecer un emporio de bienes raices, lotes de autos y hasta coleccionar fetiches caros como un violín de cinco millones de pesos y caballos pura sangre.

Ejemplos hay muchos, algunos pasan de grotescos a dantescos, recuerdo además de Emilio de Jesús Ramírez Konishi y Ricardo Gallardo Cardona a Jorge Arreola Sánchez, beneficiario de un lapsus brutus en el priísmo potosino, la ausencia de liderazgo y la pérdida del gobierno del estado favoreció un madruguete que lo llevó a la dirigencia estatal del partido revolucionario institucional bajo el padrinazgo de un operador político que disfrutaba la “tenebra” local.

Sus orígenes son un poco confusos, estudió la carrera de abogado en la universidad autónoma de San Luis ya mayor de treinta años, eso no le impidió involucrarse en las elecciones estudiantiles e incluso, buscar afanosamente ser presidente de la federación universitaria potosina y aunque no logró su objetivo, esos pininos le permitieron irse relacionando con personajes del medio político.

Claro, el origen de un político nunca es fácil, el noviciado es un proceso tortuoso y a veces injusto, los que más rápido se adaptan son aquellos y aquellas que pierden la dignidad, el principal impedimento para aprender las dotes cortesanas es el orgullo. Nadie con amor propio sobrevive en la “grilla”, los escrúpulos son una suerte de aliento fétido que los profesionales de la política rehuyen.

En fin, Jorge Arreola fue diputado, fue un año muy confuso, la elección no fue concurrente, el ejecutivo y legislativo se eligieron en julio y los ayuntamientos en octubre. En el distrito donde ganó el diputado Arreola, perdió Luis García Julián, el abanderado del PRI al gobierno estatal ya estaba tocado de muerte, adolecía de un cáncer que lo afectaba y no le permitió hacer una campaña en forma. Desgastante. Agobiante. Penoso.

Cuando Jorge Arreola fue ungido como dirigente local del PRI despertó muchas expectativas, en gran medida porque era un desconocido y por su estatura no parecía ser tan viejo, muchos lo veían como un joven emprendedor, impetuoso y arrojado. Resultó ser un fracaso, se perdió entre vicios y la corrupción de la burocracia partidista, se sabía que ofrecía candidaturas en transacciones económicas y funestos tratos leguleyos. 

Al final, el episodio trágico de un alcalde huasteco que en su afán de obtener la candidatura a diputado local por el distrito de su demarcación, protagonizó un bochornoso incidente en el edificio del comité directivo estatal del PRI. Cada golpe que le propinó con el cabo de una pistola al delegado nacional del PRI Ángel Sergio Guerrero Mier, le costaría sangre, sudor, dinero y lágrimas. De paso, la carrera del joven Arreola se iba por el excusado, y él mismo jaló la palanca.

Hace poco Jorge Arreola Sánchez reapareció como asesor del delegado especial de Andrés Manuel López Obrador en la entidad. Gabino Morales se ha perdido en las veleidades del poder, pero también es ingenuo y su condición de representante del presidente de la república y responsable de los programas asistencialistas le coloca demasiada presión y está aislado. Atrincherado. En una guerra permanente de desgaste, se arrojan piedras sus huestes y las del senador Primo Dothé Mata, además de algunos grupos misceláneos como el que encabeza el diputado federal de ciudad Valles el doctor Ricardo del Sol Estrada y el dirigente (¿o diligente?) provisional de Morena, Sergio Serrano Soriano. 

Gabino Morales soporta los embates de sus antiguos correligionarios, pesan sobre él dos acusaciones por abuso en perjuicio de un adolescente y algún otro compañero de parrandas, los detractores del “súper delegado” le atribuyen la fama de un depredador sexual. En fechas recientes se han divulgado algunas constancias gráficas de Gabino Morales donde se le atribuye el amorío con un nobel regidor que asumió el cargo en suplencia del titular quien renunció sorpresivamente. 

El pretender exponer a Gabino y su identidad sexual tiene el claro signo de descartarlo como posible aspirante al gobierno del estado, sabedores de lo prejuiciosa que es la “mochiza” potosina de la capital. Los huastecos no, esos son más alivianados. Si toleran el incesto, el racismo y la pederastia, no se asustarían por un tierno beso entre dos amigos que se traen ganas.

Sin embargo, el mayor problema de Gabino no son sus preferencias sexuales, (cualesquiera que estas sean) sino el fuego amigo al interior de su partido, curiosamente el juicio oral que se lleva a cabo por una de las denuncias en su contra está en manos de Janet Hernández. No tendría mayor relevancia de no ser porque la juez está ligada al grupo del senador Primo Dothé Mata. 

La administración del eventual juicio y su impacto sobre la carrera política del súper delegado pretende afectar sus proyecciones futuras. Sin contar que algún magistrado de apellido Cué ha ofrecido su asistencia para resolver la controversia siempre y cuando Gabino Morales utilice su influencia sobre algunos diputados locales de Morena para que apoyen el proyecto de ratificación del nueve magistrados, entre ellos el mismo. “Lo tengo agarrado de los huevos” presumió en días recientes el Cué líder de la mafia en el poder judicial.

Bien haría Jorge Arreola en contar su historia a Gabino Morales, tal vez no pueda hacer nada por él, pero de mínimo debería prepararlo para enfrentar la terrible angustia de los últimos días, cuando el poder se escurre como arena entre los dedos.

Gandhi Antipatro

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