Un gringo que aplaudía solo en un salón de enmascarados
Al terminar el video comparativo del estado en que se encontraba la avenida Carranza y el resultado de las obras de modernización, en la ceremonia inaugural, el embajador norteamericano Christopher Landau se desplegó desde su silla a toda su altura, un hombretón de más de seis pies, y aplaudió con entusiasmo. El gobernador Carreras, que estaba a su lado, reaccionó con sorpresa. Nadie más se levantó.
La atención se centró en el hombre rubio que aplaudía en solitario en medio de ese salón de asistentes con mascarilla. Un momento muy extraño. Su esposa Caroline le dirigió una mirada que lo puso en el clima del lugar donde se encontraba, a saber si compartido con otras entidades del país que ha visitado o un ánimo público endémico de los potosinos: no se aplaude mucho lo que se hace en común y va para el común.
Él mismo recreó ese momento cuando habló en la ceremonia, incluido el relámpago de desaprobación cómplice de Caroline: “Cariño, ¡¿qué estás haciendo?!”. Y se explicó: para él, toda mejora de los espacios públicos merece ser celebrada, donde sea que se dé, precisamente porque son espacios donde se convive en común. Embellecer un lugar público tiene una importancia que olvidamos a menudo y no se nos da pensarlo con algo de egoísmo inteligente de la escuela anglosajona: para que tú estés mejor, la comunidad donde vives debe estar mejor.
El diplomático, un gringo global nacido en Madrid, hispanohablante y egresado de Harvard, tiene toda la razón: las democracias nacieron cuando la convivencia y el intercambio de ideas en espacios públicos desplazó al “simposium”, el espacio social reservado a las élites griegas para convivir y compartir el control político de las sociedades, sin lugar para quien no perteneciera a sus círculos.
Tuitero de convicción, el señor Landau es un diplomático con una especial capacidad para mezclar el tono institucional con los giros de la vida cotidiana. Es sambenito profesional de los diplomáticos que rara vez transmiten sinceridad, se les atribuye un tratamiento impostado para todo, una máscara de corrección y sonrisas congeladas en nitro. Landau sube a su cuenta lo mismo una visita a la fábrica de Chocolates Costanzo, que disfrutó como niño, que el encuentro de su hija mayor con una bandera mexicana en Cape Cod, Massachusetts.
Vestido de chinos, mocasines cómodos y un saco marino, a la ceremonia de inauguración de las obras llevó el desaliño justo para facilitar la empatía. Estuvo atento a un video inicial que presentó el Consejo Consultivo del Centro Histórico; hizo un gesto a Caroline en una toma donde aparecía la carabela de cristal del templo de San Francisco, un ex voto virreinal de navegantes en el que ya pocos potosinos reparan.
Don Miguel Torruco, secretario de Turismo, le reconoció que su difusión en Twitter de los lugares que visita contribuye mucho a atraer visitantes de nuestro país. Aún en pandemia y con algunos hoteles todavía cerrados por falta de clientes, el sector tiene que proyectar a futuro.
Torruco pasó su cumpleaños en Real de Catorce, ayer, en compañía del embajador Landau, el gobernador y sus respectivas esposas. Hicieron compromiso de venir al tianguis de pueblos mágicos, en noviembre. Al sector le urge volver a la actividad.
Un evento que pudo ser un trámite, como suelen ser las inauguraciones oficiales de obras, le salió de un tono distinto al Consejo Consultivo del Centro Histórico. Quizá porque el todo, incluido el diplomático tuitero, nos removió más de un escotoma de esos que nos impiden vernos a nosotros mismos con el valor que tenemos como comunidad.
POSTDATA:
El juicio que corresponda a Horacio Sánchez Unzueta en su ejercicio como gobernador se lo hará la historia. En lo que lleva mano, incluido para quien no le simpatice el personaje, es en su reinvención como gestor del rescate patrimonial histórico de la ciudad. Hay vida después de la política, y puede ser en una tarea tan intensa como el poder, pero con un sentido de servicio más entrañable para quienes amamos San Luis.
Miserias de presuntos triunfadores
Se supone que la competencia electoral el año que entra será entre morenistas o panistas. El resto de los partidos, a alinearse o a perderse. Sin embargo, las expectativas de triunfo electoral para Morena y el PAN no tiene correlato con sus perfiles potenciales.
Que Morena y el PAN son la verdadera competencia por la gubernatura el año próximo, lo dicen las encuestas, la lógica numérica de la elección más reciente y hasta los militantes y seguidores del resto de las fuerzas políticas. Se les percibe así poderosos, aunque el traje de su propio potencial les esté rompiendo costuras de manera muy aparatosa.
Uno y otro a la fecha, con tanta proyección ganadora como se les atribuye, no tienen entre sus militantes locales, perfiles propios que puedan presumir todavía.
Morena es el partido de un presidente que arrasó en la pasada elección y con ello le dio vida artificial a una representación legislativa sin formación, disciplina ni idea básica de sus tareas y facultades. Por igual la federal que la local.
El voto en cascada desde el presidente López hacia abajo le dio a Morena un senador de proyección electoral más bien regional y muy limitada a la Huasteca Sur, así como seis diputados federales “de relleno” para la aplanadora matemática en San Lázaro: de los seis no se hace uno medianamente capacitado para argumentar una idea en tribuna, mucho menos para gestionar algo para el estado al que representan. Bien podría concederse un premio al potosino promedio capaz de recordar cuando menos tres nombres de los seis. Son diputados mazacote, perfectamente sustituibles, genéricos e intercambiables. De todos esos espacios ganados en las urnas (eso no se discute), no sale un solo perfil para la gubernatura.
La legislatura local morenista no está mucho mejor. Doña Marite Hernández Correa es la mejor de sus cartas, por perfil de formación académica y congruencia. Y lo mejor: no ha hecho los escándalos de bisutería de sus compañeros. Quizá lo peor de su currículum es precisamente que forma parte de esa bancada de regalo electoral inmerecido.
Dicen que en política no existe el “hubiera”, pero si en lugar de perderse en duelos de vanidades de interés social los morenistas hubieran puesto como propuesta a la señora Hernández para la Mesa Directiva, se hubieran ahorrado desfiguros. Queda la impresión de que no lo hicieron porque le hallaron un defecto para ellos imperdonable: piensa.
Una vez que se les hizo grumos el engrudo y perdieron la Directiva, se quejan de “agandalle” y de que PRI y PAN rompieron el compromiso de apoyarlos para presidir, pero lo cierto es que la duración de esa sesión y los manejos que hubo dejan como conclusión que se merecieron la deserción de esos compromisos de apoyo, por desnortados, estridentes y exponer sin pudor el propio triperío triste y viscoso sobre la mesa. Qué necesidad.
Si no puede salir una presidencia de la Mesa de esa bancada, es risible suponer que saldrá un candidato. Su presidente de partido tardó tres días en salir a abanderar las causas de la enrabietada fracción.
Las encuestas con augurios más felices para Morena ponen como candidato a gobernador a Esteban Moctezuma Barragán, el secretario de Educación, pero a la fecha el señor no ha movido un dedo para suponer con algo de realismo que le interesa venir a batirse en campaña por ese cargo.
La buena noticia para Morena es que el PAN, con perfiles más hechos y aspiraciones más claras, no anda en el nivel que se supone tendrá su participación para la gubernatura. Igual, pleitos internos. Más elegantes y mejor disfrazados, pero no menos duros. Su candidato de mayor proyección hasta ahora es el alcalde, Xavier Nava Palacios, que no es panista . Y precisamente es eso lo que le cuestionan los panistas, en especial los de la singular característica de mucha militancia pero escasa rentabilidad en las urnas.
Las malquerencias añejas no les son ajenas: ni extrañe que la diputada Sonia Mendoza se vaya a hacer campaña en contra de la oferta panista para gobernador si el candidato es Octavio Pedroza. Tampoco los zancadillazos amigos: al diputado Rolando Hervert primero le despertaron la aspiración, precisamente como “alternativa a Nava”, y una vez que se alborotó y empezó a armar su proyecto, no hallan como disuadirlo de participar.
