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La soga al cuello

El Verraco

Maula.

En sentido figurado y género femenino, se dice de la persona que paga mal y tarde; individuo tramposo y marrullero, que deja de cumplir con sus obligaciones a las primeras de cambio; individuo taimado, bellaco y vil, en quien no es recomendable confiar. Mesonero Romanos emplea así el término: “Pero… ¿Adónde está Juanilla?; ¿y el cadete? ¡Ah, buenas maulas!”. Pancracio Celdrán Gomaríz. Inventario General de Insultos.

Conforme se acerca la fecha fatal del cambio de poderes, la esperanza de que alguno de los recursos de impugnación presentados por los partidos integrantes de la coalición consiga la nulidad de la elección, se desvanece, la decisión tendría que ser política. Y es que las evidencias y los elementos jurídicos siempre han estado al alcance de las autoridades electorales y judiciales, solo que siempre voltearon para otro lado cuando había que resolver lo necesario.

Al gobernador electo José Ricardo Gallardo Cardona lo dejaron vivir, ninguna autoridad fue capaz de sancionar los actos anticipados de campaña, el evidente dispendio de recursos económicos y materiales, el tráfico de influencias y el abuso de autoridad en los ayuntamientos donde gobiernan, además de utilizar los programas sociales en beneficio de sus proyectos políticos, primero bajo las siglas del partido de la revolución democrática y después, bajo la cauda del renovado partido verde que ha transmutado en un ente mafioso con aroma a channel.

El partido verde más que una organización política se parece a una secta, sus mecanismos de control adolecen de todo sentido democrático, sabemos que en ningún partido lo existe, pero al menos en otros institutos pretenden simular de manera recurrente procesos internos que aunque viciados, mantienen la ficción y activan a la militancia. Aceitan la maquinaria para tener al ejército de milicianos prestos a la batalla cuando se requiera.

Como quiera que sea, Gallardo no sería gobernador de no contar con el respaldo de su partido, el valor que tienen los votos verdes en el congreso de la unión son imprescindibles para el proyecto de la cuarta transformación que encabeza el presidente Andrés, en este juego maniqueísta si “París bien vale una misa”, que costaba entregar en charola de plata a un socio político un estado que no pesa más del 2 % de la votación nacional. San Luis Potosí es una simple moneda de cambio.

Y como no todo el triunfo se puede atribuir al candidato Gallardo y su persistencia, los verdes le impusieron de secretario de finanzas a Francisco Elizondo Garrido. El gobernador podrá nombrar libremente a su gabinete, siempre y cuando no se atraviese en los intereses de sus patrocinadores, en los círculos sociales de la Ciudad de México los verdes ya hablan de San Luis Potosí como si fuera una granja, “acabamos de ganar San Luis, lo que se te ocurra, lo platicamos”. Lo que viene para la entidad es un pago de facturas descomunal, la campaña del “pollo” (como se le conoce al gobernador) la vamos a pagar diez veces los potosinos, en efectivo y en especie.

Sin embargo, hay quienes piensan que habrá un beneficio para la entidad, porque para que una granja produzca hay que invertir en infraestructura y eso podría revitalizar la economía de la entidad, se espera que la bancada verde en el congreso de la unión, exigirá recursos extraordinarios para el estado, y sabemos que ahí donde se negocia el presupuesto, en tres renglones se pueden hacer maravillas. La obra pública es lo más eficaz para la recuperación de activos líquidos, por eso los principales financiadores de campañas políticas son los constructores.

El problema es que con la serie de promesas que el gobernador electo realizó durante la campaña difícilmente tendrá recursos económicos para financiar proyectos de construcción de mediana importancia, los apoyos para realizar obras de gran envergadura tendrán que derivar de financiamientos de la federación. No olvidemos que el próximo gobernador afirmó que construiría cinco hospitales por todo el estado durante su sexenio. Como diría el del comercial de la lotería: ya me vi. Todos los días enfermo, de puro gusto.

El gobernador electo tiene un vasto imperio de fanáticos que lo idolatran y han desarrollado una curiosa patología enfermiza que a ratos provoca ternura y en ocasiones, mucho miedo. La filosofía de sus seguidores es una curiosa reverberación  sin argumentos, el eco de una reflexión ilusa y falaz, son replicantes, dolientes y pedantes.

Con la altanería del sobredotado que bosteza ante la inminencia de su triunfo, se dicen partícipes del éxito de la gran campaña gallardista. Esa altanería que aprendieron de sus mesías de bronce, ralentiza la posibilidad de establecer bajo ciertos parámetros de mínima inteligencia, un debate de ideas donde prevalezca el sentido ético más básico de la comunicación entre seres pensantes. O sea, estamos jodidos todos ustedes.

Hace días desistí de intentar razonar con un/a groupie gallardista, en un breve intercambio de frases, inmediatamente aparecen los argumentos que se encuentran en el top ten del gallardismo, en particular mi favorita, “si robó o es narco, no importa mientras me comparta, nunca nadie me había dado nada y ahora, por lo menos nos llega un beneficio”. La sonrisa insulsa del patiño que ha sido vilipendiado para satisfacción del respetable.

Contra la ignorancia no hay defensa. Un pueblo bien informado jamás será engañado. Desafortunadamente para la gente de razón, la inmensa mayoría tienen la mínima capacidad para sujetar una crayola y tachar el recuadro que le fue indicado. Dios en su infinita sabiduría le dio la inteligencia al ser humano, pero no les dijo cómo usarla, si así no hubiera sido, capaz que hasta nuestro padre yahvé, ya no existiría. Ni que no fuéramos tan pendejos -como diría el profeta.

@gandhiantipatro

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