Por: Claudio De la Llata
Toda la corriente lopezobradorista, y los más egregios miembros de la 4T, transitan por el consabido momento político, llamado: “la calma chicha” que no es más que el preámbulo de una catástrofe múltiple, cuya antesala (la calma chicha), pareciera no reflejar nada importante, en la agenda político social, pero realmente es el paso previo al peor “cisne negro” de los últimos 35 años de la historia reciente de México. En este sentido, parte del “cisne negro”, lo constituyen los escenarios internacionales, principiando por una relación por demás tensa, con el vecino del norte, producto de los pésimos consejos de los vecinos del sur (Nicaragua y Venezuela), y que sólo hacen daño al vecino pobre de los Estados Unidos (o sea nosotros), todo por quedar bien con uno que no es vecino, pero que en nuestra balanza comercial anual nos arranca 90 mil millones de dólares (es decir… China), asunto que nos debería de valer un comino, pero que por desgracia, nos involucra en la lucha de algunos intereses, que no son nuestros, no tenemos acceso a ellos; pero que por lo complicado del asunto, podríamos salir embarrados fortuitamente, por andar jugando con fuego innecesariamente.
En ese contexto, una de las consecuencias directas es que pudiera darse la sanción de Joe Biden, de bloquear o gravar todos los envíos de dólares de los migrantes mexicanos, hecho que nos dejaría en la lona. Otro de los aspectos por cuidar y del que no se tiene el menor cuidado, en la proporción de la problemática, es sin duda, la hambruna que se viene; producto de las consecuencias colaterales, de la invasión rusa a Ucrania, que de entrada ha dejado a medio continente africano sin comida (básicamente trigo y maíz), y pese a que han sido liberados los puertos, carreteras y campos donde se transporta, siembra y cosecha el grano en Ucrania, no será suficiente, y en México las cosas se podrán poner color de hormiga si no se hace algo urgentemente.
Lo malo del campo mexicano es que los neoliberales lo abandonaron 30 años, y los chairos no han hecho mucho por atacar el problema eficientemente, dado que es muy complejo, ya que los trabajadores agrícolas de México, se han convertido en una diáspora que ronda ya el mundo entero, y hay pocas manos para trabajarlo, y la urgencia de hacerlo producir, pues no habrá comida, y por tanto hay que mecanizarlo aceleradamente, ya que será para el invierno cuando la crisis por los alimentos en el mundo se recrudecerá brutalmente.
Se había dicho que se debe de incrementar el presupuesto para el campo en un 500 por ciento, dado que compramos los mexicanos más del 60 por ciento de nuestros alimentos, con el pretexto administrativo y chirle de los neoliberales de que era: “más barato comprar alimentos que sembrarlos”, decisión por demás miope, pues hoy tenemos alimentos, y dentro de muy poco no tendremos donde comprarlos, y eso nos ha dado una gran lección, por cual se fundamenta el hecho de que la autosuficiencia alimentaria, es una acción estratégica de los países del primer mundo, y la dependencia alimentaria, es la peor idea que cualquiera pudiera llegar a tener.
Por lo anterior, se espera que se les prenda el foco y sepan que no es momento de pelear, que hay que producir alimentos para los mexicanos sin demora alguna, y que los pleitos políticos se deben de esperar para 2023, por lo que calentar los tamales para que se placearan Ebrad, Claudia Sheinbaun, y Adán Augusto López, podría parecer un acto de ociosidad innecesaria y tóxica, que a nada va a conducir al país, más que al caos político y social. Finalmente basta decir que Andrés Manuel López Obrador tiene el gran reto de producir el 60 por ciento de los alimentos que consumimos y que venían del exterior, hecho que no debería de tener distracciones, producto de las calenturas que experimentan los más distinguidos miembros de la 4T, pues por sus oportunismos políticos, México puede pasar hambrunas, que los mexicanos simplemente no nos merecemos…
