La falta de sensibilidad del rector de la universidad autónoma de San Luis Potosí quedó expuesta ante la comunidad estudiantil y la opinión pública. Las cuotas de inscripción sufrieron un aumento. Alejandro Zermeño Guerra recibió la visita de varios jóvenes, (en su mayoría mujeres) que realizaron una protesta pacífica frente al edificio central. Los atendió en la banqueta, bien custodiado por una corte de tiralevitas que ahora lo acompañan hasta cuando acude a defecar.
El rector alude no ser el responsable del incremento, es un acuerdo del 2019 y fue aprobado por el consejo directivo. Vale la pena recordar que el ahora rector formaba parte del consejo directivo anterior en su papel de director de la facultad de medicina. No tiene mucho caso que le juegue al tío Lolo. En este rancho todos nos conocemos.
Zermeño es un burgués con ínfulas de potentado, ha hecho mucho dinero con su clínica de oftalmología ofertando cirugías láser como si fuera merolico aún ahora que recientes estudios demuestran que no es la mejor opción para ciertos padecimientos de la vista. No resuelve el problema y en algunos casos, causa un deterioro irreversible. Su ética profesional está muy comprometida pero no se expone porque el gremio de los “ojólogos” es muy cerrado y se protegen el “negocito” entre todos.
La visión del rector es muy obtusa, cree que conoce a los estudiantes por qué ascendió al poder en un proceso accidentado, pero ninguno de los integrantes del consejo directivo puede afirmar que represente los intereses de la mayoría de los estudiantes o maestros. Esto está escrito con letras de oro en el arcaico estatuto universitario: los privilegiados que acceden al consejo directivo por diversas circunstancias representan intereses de grupo. Todos se valen del cargo para obtener algún tipo de beneficio y sacan ventaja de su permanencia en el órgano directivo. Ningún consejero alumno o el patético presidente de la federación universitaria potosina se atrevieron tibiamente a criticar el aumento a la tarifa.
Si el rector piensa que la UASLP está (o estará) pasando por un momento difícil, debería preguntarse como estará la situación económica de los alumnos, o sus padres que en muchos de los casos aún son quienes sostienen al párvulo con la ilusión de que algún día se destaque y aporte algo a la economía familiar. La falta de solidaridad del rector para con los alumnos es deleznable, quizás algunos serán hijos de un desempleado por el efecto COVID pero al “meño” le apura más lo menos, conservar la preeminecia. Nadie se atreve a reconvenir al rector en el consejo directivo o en la opinión pública, pero es evidente que está por cobrar la misma cantidad económica que el año anterior por un servicio deficiente, incompleto.
Las clases a distancia convierten a la UASLP en una suerte de institución que ofrece “servicios de actualización vía remota”. Ni siquiera tiene un estimado de cuántos estudiantes (porque seguro los habrá) carecen de internet, asume que todos deben tenerlo. Tampoco la universidad proporciona una plataforma digital para hacer más accesible la interacción entre los estudiantes y académicos. Al parecer cada maestro quedará en libertad de hacer uso del medio que prefiera, algunos utilizarán el zoom, Facebook live, skype o hasta por whatsapp.
Esta generación va estar marcada por la pandemia y los aciertos o errores de sus autoridades. Los alumnos de la UASLP podrán decirse afortunados si al término del ciclo son capaces de conjugar tres verbos en presente simple. Si los maestros universitarios no van utilizar las instalaciones de la universidad, ni se encenderán las bombillas, ni se gastarán insumos. ¿que pretende Zermeño al solicitar el monto relativo a un ente que ni siquiera va invertir en papel higiénico o garrafones de agua?
El meño se comprometió a gestionar ante el consejo directivo universitario una reducción de las cuotas escolares, amplió el periodo de inscripción y anunció un programa de becas que funcionará bajo un estricto mecanismo para favorecer a los estudiantes que se encuentren en situación precaria y observen un desempeño académico entre aceptable y tirando a nivel de excelencia. Jamás se había visto semejante falta de empatía en un funcionario que llegó al poder con grandes expectativas. Resultó ser más mezquino que su antecesor que batallaba hasta para responder el saludo.
Lo más lamentable es la falta de liderazgos entre los jóvenes estudiantes, la gran mayoría se comportan como ilusos, son avasallados por un sistema que fue creado para aislar y censurar al rebelde. Aquél que se inconforme corre el grave riesgo de concluir su carrera bajo el estigma de “problemático”. No hay lugar para el insumiso en una institución monacal.
En otros tiempos las masas de jóvenes habrían ganado la calle, ahora solo hay algunos pocos ejemplos que resisten estoicamente, sobre todo las mujeres que a pesar del reconocimiento tácito del problema del acoso y la violencia de género se ha dejado de lado por la institución. Al menos no se considera prioritario legislar y perfeccionar los protocolos para cuando se retorne a la “normalidad”, si es que eso volverá a existir algún día.
Sea pues doctor Zermeño, profesional de la salud, eres protervo y gandul, pasas tus días aborrecidos mirando por el balcón a una plaza vacía, rodeado de eunucos y efebos que se esmeran por consentir tu miseria badulaque.
Gandhi Antipatro