Paul Ralph Ehrlich, entomólogo estadounidense de 88 años, autor de “The Population Bomb”, libro publicado en 1968 donde advertía sobre los riesgos de la sobrepoblación del planeta y la inminente crisis alimentaria que llevaría al colapso de la civilización y el deterioro de la calidad de vida. Las consecuencias del desmedido crecimiento poblacional las estamos viviendo ahora y a pesar de que las políticas de control demográfico que los gobiernos implementaron resultaron ineficaces para frenar el aumento exponencial de los habitantes del planeta, lo cierto es que no se ha intentado cambiar el arquetipo de pensamiento. Agreguemos la terrible desigualdad social y el agotamiento de los recursos naturales del mundo. La sociedad de consumo exige una amplia gama de productos que la globalización logró satisfacer para ciertos sectores privilegiados, a costa de la afectación irreversible de los ecosistemas.
En plena pandemia de 2020 el mundo se ve amenazado por la parálisis de la economía mundial. La grave recesión que se preveía incluso desde antes del inicio de la crisis de salud y ha comenzado a generar estragos en todas las naciones, no es posible resolverse en el contexto global, por el contrario, se han comenzado a generar visos de autarquías como mecanismo de supervivencia.
México no es la excepción, sin menoscabo de los esfuerzos de los gobiernos locales y la estrategia del ejecutivo federal, la realidad es que difícilmente el año concluirá con un balance satisfactorio. Independientemente de si las decisiones que se han tomado para el control de la crisis pandémica han sido correctas, la percepción ciudadana previo a un año electoral será determinante para el destino del país. De la capacidad de comunicar y explicar a los ciudadanos las decisiones políticas y su conveniencia para el futuro de la nación, dependerá el resultado de las elecciones intermedias donde la llamada “cuarta transformación” se juega la posibilidad de consolidar la continuidad del proyecto político.
Andrés Manuel López Obrador se juega el todo por el todo con una estrategia errática que simula mantener apertura, pero a la vez ejerce violencia política en el discurso oficial, siempre receptivo a la crítica, pero avieso ante la forma de transmitir el mensaje político. Cualquier eventual discordancia es desdeñada y estigmatizada como “conservadora”, como si el pensamiento “liberal” significase intachable, impecable, perfecto. Trasladar el debate ideológico del siglo XIX a una realidad totalmente distinta es pretender imponer su confusa visión de un México que no se comprende y se pretende reinventar a partir de la reconvención de los errores del pasado.
La economía de los Estados Unidos Mexicanos pasó de estar “petrolizada” a depender en gran medida del capital extranjero, las remesas que envían los migrantes y el dinero producto del tráfico de drogas. Nuestro dinero viene del exterior, ya sea que provenga de fondos de inversión; la gratitud y generosidad de quienes añoran su tierra pero se fueron en busca de una mejor vida; o el usufructo de un acto criminal que llega para ser lavado por el sistema financiero.
Las acciones que tomará el gobierno federal para incentivar la economía interna será definitivas para su plan sexenal, pareciera que la vida de Andrés está marcada por eventos catastróficos, pero igual es un momento histórico en el cual la humanidad se encuentra frente al abismo, mirándose como especie ante la inmensidad del universo. En cosas más mundanas, si el presidente no logra establecer directrices que generen las cadenas productivas para satisfacer el mercado interno, en poco tiempo tendrá que recurrir a los préstamos y subastar al país como lo hicieron esos ex presidentes de los que todos los días se escandaliza.
Es imposible que México sea una autarquía, por su dependencia de economías extranjeras, a pesar de la extensión de su territorio y la inmensa variedad de climas y recursos naturales. Casi todos los negocios en México se hacen por extranjeros o en sociedad con ellos. En su reciente gira a EEUU, el presidente se hizo acompañar de Ricardo Salinas Pliego y Carlos Slim Helú. Su presencia en la comitiva de Andrés Manuel López Obrador envía el mensaje de que no hay una discordancia entre las acciones del gobierno y los empresarios, se puede hacer negocios con México. Tal parece que la gira se la organizó Luis Videgaray.
Aun así, debemos sentirnos agradecidos porque el presidente Donald Trump no nos ha tratado como una colonia americana, ni tampoco como al estado libre asociado de Puerto Rico. En voz propia del presidente Andrés: “gracias señor Trump, por no invadirnos y cobrarnos un tributo”. Con aranceles y amenazas nosotros entendemos perfectamente quién tiene el mando en la región.
Esperemos que colocarnos bajo la cauda de los americanos, podar su pasto y cocinar su comida, nos alcance para sobrevivir en estos días aciagos que vendrán a modificar la geopolítica mundial.
Gandhi Antipatro