La inflación en Estados Unidos registró un repunte significativo en junio, alcanzando una tasa anual del 2.7 %, frente al 2.4 % de mayo, según datos recientes de la Oficina de Estadísticas Laborales. El aumento mensual del Índice de Precios al Consumidor (IPC) fue de 0.3 %, la tasa más alta desde enero. Este incremento ha sido impulsado, en buena medida, por el efecto de los nuevos aranceles aplicados desde principios de verano.
La subida de precios responde especialmente al encarecimiento de bienes como muebles, electrodomésticos, ropa y juguetes, afectados por los aranceles impuestos por el presidente Donald Trump a productos provenientes de México, Japón, Canadá, Brasil y la Unión Europea. La inflación subyacente (que excluye alimentos y energía) también mostró un avance al situarse en 2.9 % anual, mientras que el IPC subyacente mensual creció 0.2 %.
Los analistas advierten que este repunte es una señal del impacto de la política arancelaria en la economía doméstica. La Reserva Federal podría verse obligada a postergar eventuales recortes en las tasas de interés, manteniéndolas entre 4.25 % y 4.5 % durante su próxima reunión. En los mercados financieros, la noticia generó cautela y un aumento en los rendimientos de los bonos del Tesoro.
Por sectores, el incremento fue generalizado: los precios de la vivienda subieron 0.2 % mensual; la energía aumentó 0.9 % y los alimentos, 0.3 %. Sin embargo, los servicios como boletos de avión y hospedaje mostraron incrementos moderados, lo que podría mitigar parcialmente la presión inflacionaria. Aun así, el panorama sugiere que el verano podría mantener una tendencia alcista en los precios al consumidor.
