Escribir del periodista potosino Jesús Blancornelas, es escribir de una época del verdadero reportero de a pie, de cuando en verdad se jugaban la vida quienes, como él, fue siempre contra la corriente oficialista, fue víctima de un atentado donde milagrosamente salvó la vida, no así su chofer y escolta personal, Luis Valero.
Jesús Blancornelas nació el viernes 13 de noviembre de 1936, en esta capital potosina, falleció el jueves 23 de noviembre de 2006, en un hospital de Tijuana, víctima, no de las balas del narcotráfico ni de políticos dolidos, sino por enfermedad, se tiene como oficial que fue por complicaciones de un cáncer en el estómago, pero en realidad murió a causa de pleuresía.
Es, Jesús Blancornelas, ahora una leyenda, su nombre está perpetuado en una escuela; “Escuela Primaria Jesús Blancornelas”, en Tijuana, fue reconocido entre los 50 periodistas más importantes del mundo y autoridades de Estados Unidos de América le reconocieron como el mejor director de la frontera norte.
El paso de Jesús Blancornelas por el periodismo fue solo en tres estados, en siete medios informativos; San Luis Potosí, Sonora y Baja California.
Inició en abril de 1955 en la sección deportiva de “El Sol de San Luis”, adonde llegó por azares del destino, cuando participaba en competencias ciclistas (su pasión de antaño) y el reportero Rubén Téllez Fuentes lo invitó a escribir las reseñas del deporte. Tenía en ese entonces 20 años.
Cinco años después ya con periodismo metido en la sangre, se fue en busca de mejores horizontes, se fue a Tijuana, a trabajar como reportero en el periódico El Mexicano, ahí subió hasta llegar a jefe de redacción, luego cambió de aires, que no de oficio y llegó a ser subdirector de La Voz de la Frontera. Su misma inquietud lo llevó luego a El Imparcial, de 1973 a 1976, en Sonora. De esos medios fue despedido, por su actitud crítica a la corriente oficial.
Decidió fundar su propio periódico, el ABC de Tijuana, pero al seguir con su crítica al gobierno, tuvo que enfrentar deslealtades de sus propios “amigos” y trabajadores, así, con esas presiones, aunadas a las de los gobiernos, estatal y federal, cerró el medio en 1980. Lo acusaron de fraude y finalmente salió la verdad; era una infamia y el gobierno lo reconoció. Regresó de los Estados Unidos, a donde había ido a refugiarse.
Luego, con otro grande del periodismo, Héctor “El Gato” Félix Miranda fundaron el Semanario Zeta, el cual se imprimía en los estados Unidos, porque en México, una de las formas de controlar a los medios era la venta de papel periódico a través de PIPSA, empresa paraestatal, la restringían a los medios “incomodos”.
Héctor El Gato” Félix, subdirector de Zeta, fue asesinado en 1988 fue asesinado, por sicarios.
Nueve años después, Jesús Blancornelas “La Chucha”, como sus amigos en San Luis le apodaban, el 27 de noviembre de 1997 fue víctima de un atentado en el que recibió cuatro disparos, presuntamente por el crimen organizado. En el atentado perdió la vida su chofer, quien también era su guardaespaldas. Desde entonces, por instrucciones del entonces presidente Ernesto Zedillo, recibió una guardia permanente de 11 elementos del Ejército Mexicano, concretamente del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales.
Luego del atentado, hasta las instalaciones del Hospital Del Prado, llegó el General de la Zona Militar en Tijuana, Rigoberto Castillejos Adriano, para hacerse cargo de la seguridad física del periodista.
El general Castillejos Adriano llegó por órdenes del titular de la Secretaría de la Defensa Nacional, general Enrique Cervantes Aguirre, quien a su vez obedecía la consigna del Presidente Ernesto Zedillo.
El presidente Zedillo consideró que era necesaria la custodia, para salvaguardar la libertad de expresión contra el crimen organizado en México. Se dijo y se investigó, que el ataque a Blancornelas fue orquestado por el cártel de los hermanos Arellano Félix.
Recibió innumerables reconocimientos a nivel mundial; Premio a la Libertad de Prensa Internacional del Comité de Protección a Periodistas (1996); Premio María Moors Cabot (1998) el cual es la versión del Pulitzer; Premio Mundial de la Libertad de Prensa Unesco – Guillermo Cano (1999); Premio Nacional de Periodismo de México por artículo de fondo (2001), en esa ocasión donó el dinero del premio que ganó para que se iniciara la entrega, por parte del Consejo Ciudadano del Premio Nacional de Periodismo A.C.2 y fue nombrado Ciudadano Distinguido por el Congreso del Estado de Baja California
En mayo de 2006, pasó por una operación delicada que lo postró en cama por muchos meses, hasta ya no levantarse. Había logrado controlar el cáncer. Las células cancerígenas no crecieron, debido a la pleuresía, el pulmón afectado se colapsó, encerrando así el cáncer en un inservible órgano.
Vivía con solo un pulmón, porque el otro, desde niño, le había dejado de funcionar.
Vivió tranquilo sus últimos días, con la ayuda de un pulmón y una conexión de oxígeno para respirar. El domingo 19 de noviembre, se internó en el Hospital del Prado. Poco a poco, su pulmón sano, adolecido acaso por un disparo en noviembre de 1997, dejó de funcionar.
Su retiro como periodista activo fue el 28 de febrero de 2006, se dedicó a los cuidados de su salud y a atender a su esposa e hijos. Habían transcurrido 50 años de periodista y estaba por cumplir, los 70 años de edad.
En su patria chica prácticamente está olvidado, no hay calle o escuela con su nombre, mejor tránsfugas del periodismo las tienen.