Margarita Gracheva, de 26 años, fue víctima de la violencia extrema de su esposo cuando éste le cortó las dos manos con un hacha en diciembre pasado en un bosque a las afueras de Moscú
“Me llevó a un bosque, a un lugar aislado. Y me gritó: ‘¡Pon tus manos sobre el árbol!'”
“Yo lloraba, gritaba y le rogaba que no me hiciera daño”.
“Él me dijo que no mirara y comenzó a cortarme las manos”.
Esta es la historia de la rusa Margarita Gracheva, de 26 años, víctima de la violencia de su esposo.
La Corte Europea de Derechos Humanos le acaba de dar la razón, dictaminando que el gobierno ruso le debe pagar una compensación de US$400.000 por la laxitud de las leyes sobre violencia doméstica del país.
En diciembre de 2017, después de dejar a los niños en la guardería, el ahora exmarido de Margarita, Dmitry Grachev, la llevó a un bosque en las afueras de Moscú.
Allí le hizo torniquetes en sus brazos y le cortó las dos manos con un hacha.
Después de eso, la llevó sangrado al hospital y les dio a los médicos una caja con la mano derecha de su esposa. Luego se entregó a la policía.
El caso de Margarita puso en relieve los poco severas que son las leyes rusas sobre violencia doméstica, luego de que en 2017 varios delitos fueran eliminados del código penal bajo el gobierno de Vladimir Putin.
Su exmarido fue declarado culpable y condenado a 14 años de prisión.