SANTA MARÍA DEL RÍO. – Aunque las autoridades municipales han puesto sobre la mesa nuevas medidas para regular y ordenar el tránsito en Santa María del Río, la realidad diaria de las calles sigue revelando una profunda contradicción entre lo que se pretende normar y lo que en la práctica ocurre.
Mientras la Dirección de Seguridad Pública Municipal anunció sanciones más severas para quienes estacionen vehículos en esquinas, accesos para personas con discapacidad o zonas de emergencia, la escena urbana cuenta otra historia. Motocicletas estacionadas en fila india o, lo que los habitantes llaman coloquialmente “motosardina”, invaden banquetas, accesos peatonales y hasta puertas de negocios, sin que haya intervención visible por parte de las autoridades.
A esto se suma una práctica común: el apartado ilegal de espacios frente a cocheras mediante objetos improvisados como cubetas llenas de cemento, piedras, llantas viejas o palos.
Aunque estas acciones están prohibidas y obstaculizan la libre circulación, rara vez se sancionan. En muchos casos, estos obstáculos permanecen días o incluso semanas, generando conflictos entre vecinos y afectando tanto a peatones como a automovilistas.
Otro de los puntos críticos es la pobre señalización en diversas zonas de la cabecera municipal. La ausencia de marcas viales, señalamientos verticales y delimitación adecuada de zonas de estacionamiento deja a los conductores a merced de la interpretación propia, lo que a menudo deriva en multas que muchos consideran injustas.
“Queremos orden, sí, pero que sea parejo. No puede ser que multen a quien se estaciona mal cuando no hay un solo letrero que diga qué está permitido y qué no”, expresó una comerciante del primer cuadro del municipio.
Vecinos y comerciantes coinciden en que urge una estrategia integral para poner en orden la vía pública: no basta con imponer sanciones si no hay condiciones claras para cumplirlas. Exigen campañas de concientización, actualización del reglamento, señalización visible y un seguimiento real a las quejas ciudadanas.
Aunque las intenciones del gobierno municipal apuntan hacia una cultura vial más responsable, los retos en su implementación son evidentes. Mientras persistan las contradicciones entre el discurso oficial y la permisividad diaria, las calles seguirán siendo un territorio donde reina la improvisación.