ZARAGOZA. – El pasado sábado, la localidad de Parada del Sarcido, perteneciente a Zaragoza, se vistió de colores y tradición al celebrar sus esperadas fiestas patronales, un evento que resultó ser todo un éxito, reuniendo a habitantes de diversas comunidades y de la cabecera municipal en un ambiente familiar y festivo.
Desde temprano, el espíritu de fiesta se sintió en cada rincón de Parada del Sarcido. La jornada comenzó a las 6:00 horas con la vibrante Música de Vara, que llenó de energía a los asistentes hasta las 10:00 horas.
La música continuó a cargo del reconocido Mariachi Santa Rosa de Lima, que deleitó al público con su inigualable talento de 11:00 a 16:00 horas, logrando arrancar aplausos y sonrisas con cada interpretación.
A las 16:00 horas, los festejos se detuvieron momentáneamente para celebrar la tradicional misa, un momento solemne que reunió a los feligreses en oración y agradecimiento, manteniendo viva la esencia religiosa de las fiestas patronales.
Posteriormente, a las 17:00 horas, la fiesta retomó su ritmo con la presentación de la Danza Tradicional, que se extendió hasta las 22:00 horas. Este grupo, con sus vistosos trajes y coreografías llenas de simbolismo, capturó la atención de todos, desde los más pequeños hasta los mayores.
Pero la celebración no estaría completa sin el toque inigualable de la música de banda, y para ello, la siempre alegre Banda Guadalupana se encargó de animar a la multitud con sus sonidos característicos, logrando que nadie se quedara sin bailar.
Para cerrar con broche de oro, a las 23:00 horas, el cielo de Parada del Sarcido se iluminó con un espectáculo de juegos pirotécnicos que arrancó exclamaciones de asombro y emoción entre los presentes.
El estallido de colores y luces coronó una jornada que, sin duda, quedará en la memoria de los asistentes como una de las mejores celebraciones en la historia de la localidad.
Las fiestas patronales de Parada del Sarcido no solo representaron una oportunidad para convivir y disfrutar de las tradiciones, sino que también fortalecieron los lazos comunitarios, permitiendo que habitantes de distintas comunidades se reunieran para celebrar y mantener vivas las costumbres que dan identidad a Zaragoza.