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Globos de oro, Oscares y un montón de ilusiones

San Luis Capital

Por: Martín Hernández Solano

Acaba de liberarse la lista completa de los nominados a los premios Golden Globes, que se llevarán a cabo el cinco de enero. La película más destacada es Emilia Pérez, que ha causado controversia por sí misma gracias a su calidad como película —muy mala—, pero polémicas de este estilo son naturales cuando se trata de un galardón o, básicamente, de cualquier cosa que no le guste al público general. Eso está bien, pero, sin embargo, en los últimos años, el disgusto del público hacia lo que parecen ser ganadores injustos ha tenido sus respectivas consecuencias en el rating y el mantenimiento del programa, que parece estar en riesgo.

Ejemplos de descontento general han sucedido básicamente siempre y en todas las artes. El cine no es la excepción, y es más, es donde más se intensifica el rechazo del público general hacia una película o un tema relacionado con esta, como el acoso a actores y directores. La base de este arte es fuerte, breve y decisiva. Muchas películas tienen éxito, no necesariamente monetario, sino de crítica. Por algo nacen las películas de culto. Pero, ¿qué pasa cuando esto se traslada al momento de decidir nominados o ganadores en ceremonias de premios? ¿Hasta qué punto juega el público un papel en estos galardones?

Se sabe que hay dos tipos de opiniones que determinan el valor artístico y monetario de una producción: la del público y la de la crítica especializada. Las ceremonias de premios tratan de combinar estas dos perspectivas, casi siempre enfocándose en producciones que hayan tenido una notable participación en taquilla y crítica. Esto explica también, en parte, por qué películas excelentes, pero de perfil más bajo, son ignoradas. Desde que ganó el Oscar a mejor película El Ciudadano Kane en 1942, se establecieron estos dos factores predominantes al momento de recibir la estatuilla.

Ahora que hemos establecido en qué se basan para elegir una película desde un cálculo más frío, podemos preguntarnos: ¿realmente merecían ganar? Pongamos en pie los ejemplos más famosos de vergüenza por los que han tenido que pasar. En la premiación de 2017, cuando se le había dado la estatuilla a la película La La Land como mejor película del año, resultó en un pequeño gran error: se les quitó de las manos para dársela al supuesto verdadero ganador, Moonlight, marcando un precedente vergonzoso para la academia y, junto con él, la credibilidad de sus reconocimientos. Entonces, tenemos a una academia que poco se da a respetar y genera el enojo del público por no considerar suficientemente pertinentes a las películas que realmente merecían ganar. ¿Qué provoca esto? Una gran caída en el rating y, por ende, en el ingreso económico.

Esta gráfica representa perfectamente esta caída del público en la transmisión de los Oscar durante los últimos años. El público ya no los pide. Caso curioso: en estos últimos años, donde más se ha presenciado esta caída, ha sido gracias a controversias, ya sea por pleitos tontos entre actores o por premiar películas malas que no debieron quitarle la estatuilla a una que sí lo merecía. Parece un poco obvio el porqué de las cosas, pero realmente no es algo tan complejo. Los premios se guían por las tendencias, y si seleccionas una película que ganó mucho dinero, pero que el público odió, es lógico que la gente se enoje contigo. Esto es algo que no quieres como enemigo, porque en relaciones públicas es pésimo que tu comprador te odie, por simple lógica.

La lista oficial de los Golden Globes ha salido, y con ella un montón de producciones muy buenas que han generado dinero y gustado al público. A pesar de que esto de decidir si una producción es buena o no sea algo arbitrario —cada quien tiene su propia opinión—, el dinero habla por sí solo. Si no tienes audiencia, no puedes generar ingresos, y eso ya es preocupante como empresa. El sentido artístico se pierde; gana más el capital. ¿Hasta dónde llega el sentido artístico en esta era donde domina el mainstream y el blockbuster, que solo busca generar dinero? Es una pregunta para responder en otra ocasión. Pero recuerden que no existe una verdad absoluta: si Wicked te gustó por sus canciones, está bien, aunque sea muy mala en términos de producción y guion. Eso está bien. No vale la pena atacar una ceremonia de premiación solo porque no te gustó el ganador, pero también es importante tener presente que no todo es dinero. También hay que escuchar al público que clama por producciones de calidad, con un sentido de ser.

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