La ONU ha declarado oficialmente que Gaza, especialmente Ciudad de Gaza y sus alrededores, se encuentra ahora en estado de hambruna, definida como Fase 5 (catástrofe) según la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria (IPC). Se estima que más de medio millón de personas —514 000 según el IPC, cifra que podría elevarse a 641 000 en septiembre— enfrentan condiciones extremas de inanición, indigencia y muerte. Esta situación representa la primera hambruna declarada en el Oriente Medio según el sistema IPC.
El secretario general de la ONU, António Guterres, calificó este escenario como “un desastre provocado por el hombre” y una “fracaso de la humanidad misma”, instando a una acción inmediata, un alto al fuego y acceso humanitario sin restricciones. Organismos como el Programa Mundial de Alimentos (PMA), la FAO y UNICEF lanzaron alertas similares, advirtiendo que la hambruna podría expandirse a otras zonas como Deir al‑Balah y Jan Yunis si no se toman medidas urgentes.
El gobierno de Israel rechazó la declaración de hambruna, calificándola de “mentira” o “propaganda de Hamás”, y negó la existencia de un bloqueo deliberado para provocar hambre. No obstante, múltiples agencias humanitarias y gobiernos extranjeros, como Reino Unido y España, calificaron la situación como una “indignidad moral” y responsabilizaron a Israel por restringir drásticamente la entrada de ayuda.
Expertos y entidades humanitarias coinciden en que esta hambruna es completamente “hecha por el hombre” y, por tanto, evitable. Los llamamientos internacionales exigen un alto el fuego inmediato, el desbloqueo de las fronteras para permitir el ingreso masivo de suministros vitales y la movilización urgente de asistencia para evitar una tragedia aún mayor.