TIERRA NUEVA. – Tal y como se temía, el polémico jaripeo anunciado bajo el pretexto de las fiestas patronales del Sagrado Corazón de Jesús se llevó a cabo sin contratiempos… al menos para los organizadores, porque para el municipio deja en evidencia la permisividad de sus autoridades.
Aunque el evento fue promocionado como un “espectáculo familiar”, la realidad fue otra: hubo venta libre de bebidas alcohólicas sin ningún reparo por parte del Ayuntamiento, que otorgó los permisos no solo para la realización del jaripeo, sino también para el consumo de alcohol, generando un ambiente muy alejado de un espacio seguro para familias y menores de edad.
Pero la problemática va más allá. Según señalamientos ciudadanos, el jaripeo se realizó en un terreno que presuntamente pertenece al municipio, un espacio en el que se afectó la flora y fauna local.
La Secretaría de Ecología y Gestión Ambiental (SEGAM) había clausurado las obras en ese lugar, sin embargo, de manera inexplicable, días después los trabajos se reanudaron, se ingresó maquinaria pesada y se habilitó el predio para este evento sin que la dependencia estatal volviera a pronunciarse.
¿Con autorización de SEGAM? ¿Con permiso del municipio? Nadie sabe, nadie responde, pero lo cierto es que se hicieron de la “vista gorda” mientras los organizadores avanzaban sin freno.
Llama la atención el silencio absoluto de los dos regidores del Partido Verde Ecologista de México, quienes en su discurso dicen defender la ecología, pero en los hechos guardaron un cómodo mutismo, demostrando que cuando se trata de intereses políticos y económicos, la bandera ambientalista puede guardarse sin remordimiento alguno.
El resultado: fauna y flora afectadas, permisos cuestionables y un evento que, más que festejo religioso, dejó en evidencia la falta de coherencia, vigilancia y voluntad para poner orden en Tierra Nueva.