La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) realizó este miércoles su última sesión bajo el modelo actual, marcando el fin de un ciclo de 30 años de funcionamiento. Presidida por Norma Lucía Piña Hernández, la Corte celebró una sesión extraordinaria para cerrar esta era, en medio de la inminente reforma judicial. Los ministros salientes expresaron gratitud y reflexionaron sobre su legado, destacando la independencia judicial. Este evento precede a la elección popular de jueces y magistrados prevista para septiembre. La ceremonia incluyó reconocimientos a trabajadores y ministros por su labor durante tres décadas.
En su discurso de cierre, Piña Hernández afirmó que “la sociedad e historia juzgarán a quienes hemos juzgado”, enfatizando la accountability judicial. Los ministros agradecieron a sus colegas y al personal, despidiéndose con un “¡Gracias totales!” ante calumnias externas. La sesión extraordinaria resolvió pendientes antes del cambio estructural en el Poder Judicial. Críticos han calificado esta etapa como neoliberal, mientras defensores la ven como un pilar de justicia. El evento simboliza el fin de una era marcada por controversias y logros constitucionales.
Esta clausura se da en el contexto de la reforma al Poder Judicial impulsada por el gobierno federal, que incluye elecciones populares para renovar la Corte. La SCJN debe resolver impugnaciones a la reforma antes del 28 de agosto, según establece la ley. La presidenta Piña, primera mujer en el cargo, enfrentó críticas por supuestos intentos de golpe de Estado. La reforma busca democratizar el sistema judicial, aunque genera debate sobre su impacto en la independencia. Este cierre prepara el terreno para una nueva SCJN a partir de septiembre.
El legado de estos 30 años incluye avances en derechos humanos y resoluciones clave, pero también acusaciones de corrupción. Analistas prevén desafíos en la transición, con posibles tensiones entre poderes del Estado. La sociedad mexicana observa con atención este cambio histórico en el sistema de justicia. Futuros ministros serán elegidos por voto popular, alterando el paradigma judicial tradicional. Este ciclo cerrado abre un nuevo capítulo en la democracia mexicana.