En medio de la tragedia que dejó al menos 120 fallecidos y más de 160 desaparecidos en Texas por las intensas inundaciones del 4 de julio, emergió una historia de humanismo y valentía. Dos consejeras mexicanas del campamento Camp Mystic —de 19 años, Silvana Garza Valdez y María Paula Zárate— se mantuvieron firmes cuando otros huían, protegiendo a 20 niñas de entre 8 y 10 años frente al creciente embate del río Guadalupe.
La tormenta azotó sin aviso. Las jóvenes actuaron con temple y decisión: subieron a las menores al nivel más alto de la cabaña, les trazaron con marcador permanente sus nombres en brazos y piernas para identificarlas en caso de arrastre, y las mantuvieron tranquilas con palabras de apoyo y actividades calmantes. Luego, aguardaron firmes hasta que fueron rescatadas por elementos de la Guardia Costera y la Guardia Nacional de Estados Unidos.
“Fue algo terrible… no sabíamos si nos iban a evacuar”, narró Silvana en una entrevista con medios mexicanos. A pesar del caos, no cedieron al pánico y fueron pieza clave para que las niñas salieran con vida. Su acción recibió reconocimiento internacional: la prensa y redes sociales las han calificado como heroínas improvisadas, y la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum también las elogió públicamente.
El caso, además de poner en valor la empatía y el coraje, expone fallas estructurales en el sistema de alerta temprana de Kerr County, una zona históricamente propensa a inundaciones. No se activaron sirenas y la advertencia oficial llegó tarde y mal difundida. Así, lo que pudo ser una tragedia aún mayor se convirtió en un testimonio de humanidad: dos jóvenes sin adiestramiento profesional salvaron vidas bajo el agua, recordándonos que, incluso en el desastre, la solidaridad puede marcar la diferencia.
