Es la Procesión del Silencio, considerada la manifestación de fe más importante y numerosa de América después del Viacrucis del Viernes Santo, la que volvió a congregar a multitudes en una celebración religiosa de profunda solemnidad.
Conmemorando la Pasión, Crucifixión y Muerte de Jesucristo, así como el Pésame a Nuestra Señora de la Soledad, también conocida como Virgen Dolorosa o Nuestra Señora de los Dolores, esta procesión única comenzó la noche del Viernes Santo desde el imponente Templo de Nuestra Señora del Carmen, adentrándose luego en las principales calles del Centro Histórico de la ciudad.
En su edición número 71, la Procesión del Silencio destacó por algunas novedades, como el estreno de la corona, el palio y el anda de la Virgen de los Dolores. Sin embargo, este año se observó un cierto grado de desorganización, con cierres de calles aplicados tardíamente y la instalación de sillas aún en proceso minutos antes de su inicio.
A pesar de los contratiempos logísticos, la procesión contó con la participación de la cofradía de la Preciosa Sangre, que incluyó a personas con discapacidad, mostrando así un gesto de inclusión y solidaridad.
Entre los asistentes, se destacaron figuras públicas como el titular de Turismo, Juan Carlos Machinena Morales, el secretario de Educación, Juan Carlos Torres Cedillo, el de Cultura, Mario García Valdez, y otros funcionarios.
La procesión, que se caracteriza por su gran solemnidad y recogimiento, estuvo marcada por la presencia de diversos grupos procesionales, como los heraldos, charros, rejoneadores, damas a la usanza andaluza y la Cofradía de Monaguillos, cada uno desempeñando su papel en esta representación de la Pasión de Cristo.
A pesar de los desafíos logísticos, la Procesión del Silencio de San Luis Potosí sigue siendo un evento de profunda importancia cultural y religiosa, que continúa atrayendo a multitudes y consolidándose como una de las tradiciones más significativas de la región.