Ciudad Maderas

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Por: El Primo Feliciano

La verdad es que, a la alcaldesa de Santa María del Río, Isis Díaz, le llueve sobre mojado. Apenas hace unos días trató de adornar su administración con la llegada de decenas de tinacos para almacenamiento de agua, enviados desde instancias del gobierno federal y que serán entregados a los habitantes sin costo alguno. El problema es que, más allá de la foto triunfalista y del discurso de “gestión exitosa”, los ciudadanos pronto le recordaron lo obvio: de nada sirve un tinaco si no hay agua que almacenar. El tema es mucho más profundo de lo que parece. Desde el arranque de su administración, la presidenta municipal aseguró que el problema del abasto de agua sería una prioridad y que trabajaría para dar una solución definitiva. Hoy, a casi un año de esas promesas, el panorama sigue siendo el mismo: tandeos, escasez y familias que deben recurrir a pipas o a costosos sistemas alternativos para tener lo mínimo indispensable en sus hogares. Lo cierto es que la entrega de tinacos luce más como un parche mediático que como una estrategia de fondo, y en los hechos, no representa una solución real. Se diría que la alcaldesa espera que el gobierno federal venga a resolverle el problema, como si la administración municipal no tuviera responsabilidad directa en la gestión de servicios básicos. Pero el estilo de comunicación de la actual administración también deja mucho qué pensar. En los últimos meses se ha vuelto casi un cliché leer los boletines oficiales, que parecen más copiados de la vocería estatal que de una oficina de comunicación con identidad propia. Al más mínimo acto —colocar un foco, acompañar a funcionarios externos o incluso recibir a personal del INAH— se anuncia con grandilocuencia que se realizó “por indicaciones de nuestra presidenta municipal Isis Díaz”. Todo lleva su sello, como si cada acción requiriera reafirmar el protagonismo de la edil.

El caso del recorrido del Instituto Nacional de Antropología e Historia es buen ejemplo. Personal especializado acudió al municipio para dar seguimiento a proyectos de restauración, revisar el reglamento de imagen urbana y avanzar en la definición del polígono de protección del patrimonio cultural. Es un tema serio, de interés histórico y turístico. Sin embargo, la narrativa oficial no perdió la oportunidad de subrayar que fue “en coordinación con nuestra presidenta”. ¿Era necesario? Quizá no, pero en la práctica se vuelve parte de una estrategia repetitiva: la búsqueda constante de reflectores.

Mientras tanto, hay símbolos palpables del abandono que la población no deja de señalar. Uno de ellos es el de las letras monumentales en el cerro del Original. Ese espacio, que debería ser un punto de identidad y orgullo para Santa María del Río, lleva meses sin recibir la atención debida. Las letras colapsaron de su base y fueron retiradas, pero hasta la fecha no han sido reparadas ni repuestas. El tiempo transcurre y la expectativa ciudadana crece, pero la autoridad municipal parece estar más interesada en boletines que en acciones concretas.

Al final, la política local no se mide en anuncios ni en fotografías, sino en resultados tangibles. La gente necesita agua en sus casas, no tinacos vacíos; requiere proyectos turísticos y culturales en marcha, no discursos grandilocuentes; y espera ver resueltos detalles simbólicos como las letras del cerro, porque también son parte de la identidad del municipio. Si la administración actual continúa privilegiando la propaganda sobre el trabajo efectivo, es probable que al cierre de su periodo no haya mucho qué presumir, más allá de boletines inflados y promesas incumplidas.

Santa María del Río merece más que adornos y poses. Merece soluciones. Y la presidenta municipal debería entender que la paciencia ciudadana, aunque amplia, no es infinita. Por hoy es todo, nos leemos la semana próxima.

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