Ciudad Maderas

El Rapacejo

San Luis Capital

Por: El Primo Feliciano

Con el tiempo encima. Se acerca la fecha para que la profesora Isis Díaz rinda su Primer Informe de Gobierno Municipal, y la expectativa no es menor: la pregunta central es qué va a informar. Hasta el momento, lo que ha caracterizado su administración no son los logros tangibles, sino la repetición de frases hechas: que “ya mero viene lo bueno”, que “la magia está por llegar” o que “vienen cosas buenas”. Promesas convertidas en muletillas que han quedado muy por debajo de las necesidades de la población. En el recuento de acciones concretas, la lista es francamente corta: tapar algunos baches, reponer focos en puntos estratégicos y, quizá como “gran logro”, la pavimentación de una calle. Poco o nada si se compara con el catálogo de promesas lanzadas durante campaña, que iban desde mejorar la infraestructura hasta detonar proyectos de desarrollo que hoy siguen empolvados en el cajón de los pendientes. El discurso oficial se sostiene, en gran medida, en la idea de que los grandes cambios llegarán con el respaldo del gobierno federal. Sin embargo, mientras ese apoyo se materializa (si es que ocurre), la administración local parece más ocupada en ganar tiempo y administrar expectativas, que en responder con hechos a la ciudadanía. Y si de pendientes se habla, el tema del nepotismo pesa como una sombra sobre la gestión de la profesora Díaz. Las denuncias que circulan en redes sociales sobre familiares favorecidos y decisiones cuestionables no han sido desmentidas ni aclaradas con firmeza. El silencio, lejos de ser prudencia, se interpreta como una admisión tácita. Y es que, cuando la autoridad no enfrenta de manera frontal los señalamientos, termina por alimentar la percepción de opacidad y falta de transparencia. El Primer Informe se convierte entonces en un punto de quiebre: ¿será un escaparate de promesas recicladas y cifras maquilladas, o el inicio de un verdadero ejercicio de rendición de cuentas? Porque la ciudadanía ya no compra fácilmente los discursos vacíos ni las frases motivacionales. La realidad está en las calles sin atender, en la falta de servicios eficientes, y en el desencanto creciente de quienes esperaban más que simples paliativos. El tiempo apremia, y la administración de Isis Díaz tiene ante sí la oportunidad —o la última llamada— para empezar a mostrar resultados. De lo contrario, el Informe no será un ejercicio de transparencia, sino un espejo que refleje la fragilidad y la improvisación de un gobierno que, a un año de distancia, parece seguir en campaña.

La alcaldesa Isis Díaz no puede quejarse de falta de reflectores, pero tampoco puede fingir que vive tiempos de calma. Tiene enemigos políticos, y no son pocos. Eso sí, no son gratuitos: su llegada al poder rompió con el esquema de los mismos grupos de siempre, esos que durante años se repartieron el municipio como si fuera herencia familiar. El problema es que romper con los viejos cacicazgos es apenas el primer paso, lo verdaderamente complicado es sostenerse. Y ahí, la presidenta municipal está metida en un pantano. Se enfrenta a una oposición que no perdona, a críticas que no callan y a señalamientos que corren como pólvora en redes sociales: nepotismo, falta de resultados y un gobierno más pendiente de los discursos que de las acciones. El asunto es sencillo: si Isis Díaz pretende salir bien librada, deberá rodearse de asesores con colmillo político de verdad, no de aplaudidores de ocasión. Hoy más que nunca necesita estrategia, oficio y capacidad para responder con hechos, no con frases vacías. De lo contrario, la narrativa de sus adversarios se volverá la percepción dominante: que su administración está rebasada, que improvisa y que gobierna con ocurrencias. Por esta semana se terminó el espacio.

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