Por: Martín Hernández
Unos días antes de Navidad, estaba hablando con un amigo sobre invitarlo a pasar la Nochebuena con mi familia o salir en algunos días posteriores, antes de que acabara el año. Pero el enojo y el cansancio en su rostro me dijeron todo lo que tenía que oír: “¡No manches! Espérate, que no me van a pagar ni horas extras ni aguinaldo. A todos en el lugar les dieron dos días de descanso: el 24 y, aparte, el que ya tienen de la semana. A los de barra no nos dieron nada de eso, solo somos dos, y mi compañero dijo que no iba a ir, que no iba a pasar la noche del 24 trabajando sin paga. Cuando les preguntamos a los dueños por qué a nosotros no nos pagan, respondieron que si no íbamos a trabajar, el negocio simplemente se venía abajo, así que tenían que abrir sí o sí”. Esta historia ya la había escuchado antes, mucho tiempo antes que otras personas.
Durante el mes de diciembre, sectores como el comercio, la gastronomía y los servicios experimentan una demanda laboral sin precedentes. Según datos del INEGI, en noviembre de 2023, el sector terciario generó más de 836,000 nuevos puestos laborales, principalmente en restaurantes y alojamientos. Sin embargo, a pesar de esta creciente demanda, muchos trabajadores no reciben los beneficios que les corresponden por ley, como el aguinaldo o el pago por horas extras
Esta explotación laboral no solo se refleja en las largas jornadas sin pago adicional, sino también en la actitud de muchos empleadores. El 24 de diciembre, por ejemplo, no es considerado un día obligatorio por ley, pero a pesar de eso, los trabajadores siguen enfrentando la presión de cumplir con largas horas de trabajo sin recibir compensaciones, mientras los dueños justifican su postura con frases como ‘si no trabajas, el negocio se viene abajo’.
Lo peor de todo es que esta explotación se ha normalizado tanto que ya no sorprende a nadie. Los trabajadores se ven obligados a sacrificarse en días festivos como la Navidad, no solo sin compensación, sino también enfrentando un trato deshumanizante. Es común ver empleados atendiendo a decenas de clientes, con estrés y agotamiento, sin ni siquiera el reconocimiento o la remuneración que merecen.
Es fundamental que como sociedad reflexionemos sobre el trato que damos a quienes trabajan en estas fechas. Las horas extras se deben pagar, el aguinaldo es un derecho y, sobre todo, debemos recordar que los trabajadores no son robots, sino seres humanos. Es hora de normalizar la solidaridad y exigir que se respeten los derechos laborales, no solo en Navidad, sino durante todo el año.
