Por: Rocío Morales
De sonrisa fácil, de trato siempre afable, así era Don Carlos Bremer Gutiérrez, el empresario neolonés fallecido este viernes 5 de enero.
A Don Carlos lo conocí allá por el año 2011 cuando recibí el honor de formar parte del Comité Elector del Salón de la Fama del Fútbol Internacional, recinto del que él era parte como integrante del Comité de Honor junto a empresarios como Marcos Achar, Agustín Irurita, Marinela Servitje, Alejandro Martí, Arturo Elías Ayub, Ángel Losada y la ex golfista Lorena Ochoa.
A lo largo de casi doce años, tuve la oportunidad de compartir junto a él y otros integrantes que se fueron sumando al Comité de Honor como Ángel Alverde, José Antonio Torre, Decio de María, Justino Compeán, Enrique Bonilla, Carlos Alazraki y Arturo Brizio, de las ceremonias de votación e investidura, así como de las exquisitas comidas posteriores o previas a ambos eventos, en las que su figura era parte fundamental y sus risas uno de los elementos predominantes.
Con Don Carlos Bremer nos tocó viajar también a Madrid para participar de la primera votación que se efectuaba fuera de México; en aquel 2019 juntos conocimos el proyecto del nuevo estadio del Real Madrid que nos fue presentado por el Presidente Florentino Pérez, quien horas posteriores nos ofreció una exquisita comida en el elegantísimo restaurante que el club tiene en el Santiago Bernabéu. También a su lado recorrimos junto al Don Miguel Ángel Gil Marín el Wanda Metropolitano y compartimos el pan y la sal en el comedor que la presidencia del Atlético de Madrid tiene en el recinto. Con su partida, hoy más que nunca todos estos momentos lindos quedarán aún más atesorados en nuestro corazón.
Hoy que el alma de Don Carlos Bremer Gutiérrez ha trascendido, Monterrey pierde a un gran hijo, México pierde a uno de sus más grandes empresarios y los deportistas pierden a ese enorme benefactor quien, -de manera desinteresada pero muy llena de amor-, se desprendía de una parte de su capital para apoyarlos a cumplir cabalmente sus sueños y para también siempre acompañarlos en la cima ya cuando la habían alcanzado.
Hasta siempre Don Carlos, hasta siempre.