Llegaron las lluvias, y llegó la farsa de la elección judicial, es imposible no sentirse un poco estúpido votando, y los funcionarios de casilla lo saben, te miran con un gesto de conmiseración, al tiempo que te obsequian los volantes para que cada quien haga su simulación en silencio y con la menor pena posible. Los mexicanos sabemos que esta payasada tan costosa no debió haber sucedido si la ministra Norma Lucía Piña Hernández se hubiera levantado a hacer reverencia al presidente Andrés Manuel López Obrador, aquel 5 de febrero de 2023 -día funesto que vivirá en la memoria. En el aniversario de la constitución y precisamente en el teatro donde se promulgó la carta magna hace ya casi 110 años, se encontraron los egos de Norma Piña y Andrés Manuel López. Le doy la razón a la ministra por negarse al indigno protocolo que la obligaba hacer genuflexiones hasta que su obesa nómina plagada de nepotismo dejase de llamar la atención del presidente redentor. Siempre fue así, el presidente fue y será hasta el fin de sus días un viejo necio que encontró en su terquedad la razón de su existencia, cuando una idea se le metía en la cabeza, es cabeza y esa idea bien podían darse por muertas. Siendo sinceros, nadie en su sano juicio -por más idiota que sea- piensa o cree que algo bueno saldrá de esta mala puesta en escena. Las razones por las que esta barrabasada llegó tan lejos son porque además de que los partícipes de la cuarta transformación cubrieron los mínimos aspectos legales, -más no legítimos- y porque todos estamos viendo a ver hasta dónde son capaces de llevar la broma. Han comenzado a trascender textos y hasta noticias en el mundo sobre nuestro incipiente sistema para elegir a los juzgadores. Somos el hazmerreír del mundo.
La elección judicial fue el pretexto perfecto para hacer una prueba de vida al presidente Andrés Manuel López Obrador, el tipo se ha mantenido con un voto de silencio que ya lo quisiera un ermitaño. El expresidente no abundó mucho, solo que “viva la vida” y el renovado poder judicial federal. Ni siquiera por asomo esto que pasó hoy se parece a una jornada electiva, urnas de reúso, no hubo fiscalización a los aspirantes, se repartieron utilitarios para auxiliar a los votantes como llenar las boletas, incluso ya con los números listos para que no se molesten en andar averiguando sobre el currículum y las propuestas indecentes de los complacientes aspirantes. Como si no fuéramos ya la burla del planeta, los activistas de Morena son los principales promotores de la jornada electiva, y de los resultados, “ni sufren ni se acongojan”, a fin de cuentas, los aspirantes que presentaron solicitud de registro y fueron analizados por los comités de evaluación de los tres poderes y si están en la boleta, es porque los agentes del régimen así lo decidieron. Los candidatos que podrían representar un riesgo fueron cepillados en la primera, como Roberto Gil Zuarth, conocido político panista con fama de ser un dinamitero, propietario de un discurso incendiario y con accesos a redes, socios, aliados y fuentes de financiamiento que lo habrían convertido una amenaza para el proceso. Lo catalogaron como no apto para el cargo, como si algunas ministras de la corte ligadas al gobierno morenista y que buscan la reelección, no estuvieran a una neurona de distancia de considerarse inimputables. Gil Zuarth representa la derecha que más teme la izquierda mexicana, el arrogante sabelotodo que no se calla el hocico.
La presidenta de México Claudia Sheinbaum Pardo acudió a votar con una comitiva que parecía fiesta de pueblo, como en los mejores años del partidazo. Acompañada de su bien amado consorte, la presidenta dejó a un lado las preocupaciones típicas de jefa de estado y se unió al clamor popular. Como la misma presidenta dijo recientemente, “y así voten nomás el uno por ciento del padrón la elección es válida”. Válida pero no legítima. Resulta increíble que se vaya a renovar un poder de la nación con una participación ciudadana menor a la que necesita un plebiscito para ser vinculante. Siendo honestos, los que participaron en el proceso de la elección judicial lo hicieron por dinero; por el temor a perder algún beneficio; por la promesa de formar parte de un programa clientelar; los abogados que buscan chamba y tuvieron un promedio mínimo de ocho en su más reciente aventura académica; algunos ciudadanos extraviados a respetuosos de las costumbres y con una buena formación cívica; estos últimos, quizás son los que aportarán los votos nulos en todo el país, porque una cosa es parecer, y otra muy distinta ser pendejos. Y hablando de los aspirantes a integrar el supremo tribunal de justicia de San Luis Potosí, Morena también tiene sus consentidos, solo que no ajustó los ocho mujeres y siete hombres por los que podría votar un simpatizante de la cuarta transformación. Las huestes gallardistas se olvidaron de las ocho boletas restantes y se enfocaron en la lista de magistrados locales, no le van a ayudar al gobierno federal pero tampoco a estorbar, lo suyo es la política aldeana, el chisme, la intriga y el apañon. El señor secretario de gobierno José Guadalupe Torres Sánchez logró rescatar casi intacta su lista de consentidos ante la envidia de dos o tres hermanos gallardistas que ya lo comienzan a ver con recelo. Como el alcalde de Soledad Juan Manuel Navarro que también late su corazón por la gubernatura en caso de que “el padrino” se decida a no meter a jugar a su esposa, la senadora Ruth González.
La operación del partido verde desde muy temprano ha sido salir a ganar la calle, el voto se cotizó hasta en tres mil pesos. El gobernador Ricardo Gallardo apostó por una fórmula que le han funcionado en el pasado, anticiparse y avasallar a los adversarios, sin embargo, tal vez no era lo más correcto mostrarle los colmillos a la secretaría de gobernación, pero igual no lo pueden culpar por intentarlo, en caso de ganar la elección de magistrados sería la segunda ocasión que derrota a Rita Ozalia Rodríguez con una jugada de distracción. La estrategia no es mala, amedrentar a Rosa Icela Rodríguez para que advierta que a pesar de que Morena es el partido dominante en el país, aquí en San Luis Potosí la marca registrada es la gallardía. Puede ser que le resulte menos oneroso “poner una pica en Flandes” que venir a despojar a un grupo de guachichiles de ese paraje inmundo al que llaman patria. Está claro que Rosa Icela Rodríguez debe dejar el paso en gobernación a un presidenciable previo a la elección del 2027, pero saldría más barata la embajada ante la Unión Europea que venir a este pueblo sin ley a enseñarle modales a un grupo de barbajanes liderados por un lebrón que le pide opinión hasta al chofer en sus transmisiones en video para Facebook live. Parafraseando al ilustre político mexicano Porfirio Muñoz Ledo: chinguen a su madre, que pinche forma de gobernar.
Ahora sí que la posibilidad de que Morena represente un riesgo para la gallardía en el terreno local aún está muy distante, si Rita Ozalia Rodríguez pretende hacer crecer el movimiento en menos de dos años para aguardar la gloriosa venida de su hermana cuál si fuera Juana de Arco, debe aprovechar los resultados del proceso judicial para hacer una poda de algunos personajes que se sienten intocables y que incluso a sus espaldas conspiran y no paran de reír de sus pifias. El delegado de Conagua Darío González Castillo y el titular de la secretaría del bienestar en el estado Guillermo Morales López, intrigosos y simuladores, están al descubierto. Por su parte los diputados Gabino Morales Mendoza y Cuauhtli Fernando Badillo estarán bajo la lupa para sus próximas aspiraciones políticas. La razón por la que Rita Ozalia Rodríguez no prescinde de muchos de sus colaboradores es porque no hay más, es lo que hay -dijera el poeta. Como que le hace falta salir más a la señora, porque cuando no hace ronda con malandros, anda con capullitos de alelí. De no ser por la inesperada intervención de una horda de salvajes en el municipio de la capital que llegaron de último minuto a reforzar las huestes morenistas, al momento que escribo estas líneas ya todo estaría decidido. Nos vamos a quedar con la incógnita hasta dentro de diez días que finalicen los cómputos de las elecciones locales. Es muy probable que el destino de Enrique Galindo Ceballos esté en Morena y nadie le haya avisado – aún.
@gandhiantipatro