Por: El Jofrito
Entre las remesas que no llegan y los informes “cacahuateros”.
Uno de los problemas más serios que enfrenta la cabecera municipal —y que, por cierto, no ha pasado desapercibido entre la población— es la caída de las remesas que nuestros paisanos envían desde el vecino país del norte. El fenómeno no es menor, pues representa un golpe directo al bolsillo de cientos de familias que dependen de ese ingreso para sobrellevar el día a día.
La causa es clara: desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, se han implementado acciones intimidatorias y cada vez más severas en contra de los migrantes. El endurecimiento de las políticas migratorias y la persecución sistemática han tenido tal efecto, que incluso quienes ya cuentan con ciudadanía estadounidense se han visto afectados. El miedo, la incertidumbre y la presión legal han frenado los envíos de dinero, y eso ha dejado huella en la economía local.
En este contexto, resulta inevitable preguntarse: ¿de qué hablará la alcaldesa en su próximo informe de gobierno? ¿De qué presume una administración que, en el mejor de los casos, apenas puede enlistar algunas calles bacheadas, una que otra pavimentación en proceso, el retiro de piedras en un camino serrano o, peor aún, trabajos a medio hacer como la llamada rehabilitación del llamado bulevar, que terminó siendo más una anécdota de ineficiencia que una obra de impacto?
La realidad es que las obras de peso, esas que marcan diferencia en el desarrollo de un municipio, no figuran en la lista de logros de la administración actual. Porque, seamos francos, no se puede colgar la medalla del “Arco Monumental” ni de la nueva Unidad Deportiva del barrio de El Santuario, pues todo mundo sabe quién gestionó realmente esas obras. Y aunque ahí están, visibles para todos, la verdad es que más que un acierto de la gestión en turno, son recordatorios de lo que pudo hacerse y no se hizo.
El “Arco Monumental”, por ejemplo, tardó un año en construirse. Un año completo que pudo aprovecharse en ejecutar varias obras medianas de beneficio directo a la población: caminos rurales, rehabilitación de la red de agua potable, espacios comunitarios, electrificación en zonas marginadas. Pero no, el tiempo se fue en esa construcción simbólica que, aunque atractiva para la foto oficial, poco o nada cambia la vida cotidiana de los habitantes.
Lo que sí se viene, y en lo que hay esperanzas depositadas, es en el Serial Trial Mágico, un evento que —si se organiza bien— podría traer una verdadera derrama económica. La expectativa es que los visitantes dejen dinero en los comercios locales, que se reactive la vida económica del municipio y que, aunque sea por unos días, la gente perciba un respiro en medio de la situación complicada.
Porque lo que ocurrió con la FERETI dejó un sabor amargo. La tan anunciada “gran derrama económica” simplemente nunca llegó. Los comerciantes que esperaban “alivianarse” con las ventas del baile de cierre de feria se toparon con la triste realidad: los beneficiados fueron otros. La feria y las fiestas patronales, lejos de ser un motor para la economía popular, terminaron siendo tomadas como botín de guerra por unos cuantos. Es aquí donde se dibuja el verdadero contraste: por un lado, la gente enfrenta la falta de remesas, la escasez de empleos formales y la caída de ingresos; por otro, una administración que se prepara para rendir un informe sin sustancia, lleno de frases hechas y promesas huecas. En resumen, la pregunta que flota en el aire es clara: ¿qué tiene realmente que informar la alcaldesa? ¿Un par de calles bacheadas? ¿Un camino empedrado? ¿Un informe “cacahuatero” más, de esos que se olvidan al día siguiente?
El municipio necesita transparencia, proyectos de impacto y visión de futuro. Lo que recibe, en cambio, son excusas, cifras maquilladas y la incapacidad para responder a la gente en lo que verdaderamente importa.