En una merced de tierra que el Virrey Marqués de Guadalcázar concedió en 1616 a Martín Ruiz de Zavala, se hace mención de “otro sitio que el dicho Marín Ruiz tiene poblado con sus casas, corral y jacales y una pila grande a tres leguas o cuatro del pueblo de San Luis”. Fue esta pila grande la que originó se diera el nombre de la Pila a la Hacienda que hoy nos ocupa, por haber sido una de las haciendas de más renombre en el valle de San Francisco.
El renombre y la importancia de esta hacienda se debe a los acontecimientos que en ella tuvieron lugar durante diferentes épocas de nuestra historia, desde la conquista del Valle de San Francisco, en que Don Nicolás de San Luis y Don Diego de Tapia vencieron a los chichimecas , hasta fines del siglo 18 en que , con la aparición del ferrocarril, dejó la pila de ser el paso obligado para llegar a San Luis y el sitio a donde concurrían nuestras autoridades a encontrar cuanto personaje importante llegaba a la ciudad, ya fueran oidores, visitadores, dignatarios eclesiásticos, los tan temidos funcionarios del Santo Oficio o algunos militares y héroes del momento que, durante el siglo 18 con tanta frecuencia nos visitaban, aunque para muchos de ellos su salida fue tan airosa como fue su llegada.
Los linderos de la Pila se extendían desde el pueblo de San Juan de Guadalupe por el poniente, hasta las haciendas de la Enramada, el Coyonostle y la Sauceda por el oriente, con la hacienda de Arroyos por el norte y con la Laguna de San Vicente por el sur, según el plano que fue levantado en el año de 1890 por los alumnos: F. de Gándara, Y. Castro y L. Barragán, bajo la dirección del Ing. David Segura.
Las propiedades de Martín Ruiz de Zavala fueron las que, unidas a la Estancia de Pedro Bravo, compusieron con el tiempo la Hacienda de La Pila, siendo ya propiedad de Don Miguel de Mier y Caso, quién al morir intestado y completamente loco, el día 8 de febrero de 1775, no tardaron en presentarse sus acreedores reclamando lo que Don Miguel les adeudaba. Ante tal situación y para acabar de salvar el alma de Don Miguel de Mier, hubo que sacar a público remate la hacienda de La Pila, habiendo sido adjudicada al Capitán de Infantería, de la Legión de San Carlos, Don Juan de Gorriño y Echevarría, por lo que se dio posesión de la Hacienda y cuyo acto posesorio transcribió por ser típico ejemplo de las complicadas ceremonias en qué consistía una toma de posesión.
Don Juan de Gorriño otorgó testamento en 1786 a favor de su esposa Doña Antonia de Arduengo y de sus hijos a pesar de la cuantía de la Herencia, Doña Antonia hipoteco la Hacienda en el año 1800, esta hipoteca provocó un litigio tan largo como embrollado, entre los herederos. Los últimos propietarios de la Hacienda han sido los señores Don Jonás Ortega y el Sr. Don Ramón Padilla.
La pila fue una hacienda de beneficio en un principio, posteriormente se convirtió en hacienda ganadera. Ya en el siglo 18 se inició la fabricación de vino mezcal, al igual que en la mayor parte de las haciendas potosinas y zacatecanas, habiendo sido este producto en la mayoría de los casos factor económico importante en la economía de las haciendas y fuente de trabajo de consideración para la población campesina de entonces, hasta que decayó con el fraccionamiento de las haciendas. En los agostaderos de La Pila también se crearon toros bravos los que consta que se lidiaban en las corridas que se organizaron con el fin de recabar fondos para la conclusión de las obras materiales del santuario de Guadalupe.
TEXTO DE PAULINO DEL POZO ROSILLO. ARCHIVO HISTORICO DE SAN LUIS POTOSI.