El gobierno del expresidente Donald Trump comenzará la instalación de un muro flotante compuesto por boyas sobre el río Bravo, en el sur de Texas. Esta medida, que abarcará 27 kilómetros, tiene como propósito detener los cruces irregulares desde México y se pondrá en marcha la próxima semana. La estrategia fue elogiada por Tom Homan, zar fronterizo de la Casa Blanca, quien señaló que la táctica ya fue probada exitosamente bajo la administración del gobernador Greg Abbott.
El uso de boyas flotantes ya había sido contemplado durante el primer mandato de Trump, pero por diversas razones no se ejecutó. Ahora, con su regreso a la escena política, retoma la iniciativa como parte de su política migratoria más estricta. Homan asegura que la instalación no solo es efectiva, sino que también representa un ahorro frente a otras estrategias más costosas como los muros de acero o el incremento de fronterizo personal.
El anuncio llega en medio de la controversia por un fallo judicial. El juez federal James Boasberg declaró que la administración Trump podría estar en desacato por incumplir una orden que limitaba ciertas deportaciones. De confirmarse la violación, el expresidente y su equipo enfrentarían un juicio por desobediencia a la autoridad judicial. Trump respondió con varias críticas al Poder Judicial, asegurando que el fallo será apelado ante una instancia superior.
Simultáneamente, se agudiza el conflicto diplomático entre Estados Unidos y El Salvador tras la deportación errónea del migrante Kilmar Ábrego García. El senador demócrata Chris Van Hollen exigió su liberación, pero el gobierno de Nayib Bukele se negó a aceptar la petición. Por su parte, Homan defendió la deportación, afirmando que Ábrego representaba un riesgo para la seguridad nacional. La tensión continúa aumentando entre ambas naciones.
