SANTA MARÍA DEL RÍO. – El primer informe de gobierno de la alcaldesa Isis Aydee Díaz Hernández en Santa María del Río quedó marcado por la incongruencia y la falta de apertura.
Lo que debía ser un acto de rendición de cuentas se transformó en un evento cerrado, controlado y alejado de la ciudadanía, confirmando que, en este municipio, el discurso de Morena se diluye cuando se trata de enfrentar al escrutinio público.
Tradicionalmente, los informes se realizaban en el Jardín Principal, un espacio abierto y accesible para la población. Sin embargo, en esta ocasión, la presidenta municipal optó por trasladarlo al salón privado Los Nogales, un lugar selecto y limitado, donde únicamente ingresaron funcionarios, invitados a modo y beneficiarios recientes de programas municipales.
Para muchos habitantes, fue un gesto de exclusión que contradice el lema de un partido que presume estar “cercano al pueblo”.
La molestia se hizo sentir en redes sociales: habitantes reprocharon que, mientras a los ciudadanos se les cerraban las puertas, el evento parecía diseñado para aplausos seguros y fotografías oficiales.
Lo que más indignó fue la contradicción: la alcaldesa insiste en que “no hay recursos” para atender las necesidades urgentes de barrios y comunidades, pero sí los hubo para rentar uno de los recintos más costosos del municipio y para exhibir un montaje político con tintes de vanidad.
A la opacidad del formato se sumó la ausencia de transparencia real. No hubo transmisión en vivo, no se publicaron documentos oficiales y tampoco se presentaron cifras claras sobre el manejo del presupuesto.
Los ciudadanos se quedaron sin respuestas a temas que llevan meses reclamando: caminos rurales en abandono, deficiencias en servicios básicos y la falta de obra pública de impacto.
El acomodo en el presídium también levantó críticas: la presencia de la diputada Jessica Gabriela López Torres, incluida a capricho de la alcaldesa, evidenció más un cálculo político que un respeto al protocolo institucional.
Los espacios no se organizaron con sentido de jerarquía o respeto a los poderes, sino con el afán de reforzar alianzas internas dentro de Morena.
En resumen, el informe se convirtió en propaganda política más que en un ejercicio democrático. El pueblo que la llevó al poder quedó fuera de la sala, y en su lugar se privilegió a un público reducido y complaciente.
Para muchos, este episodio deja claro que, a un año de haber asumido el cargo, Isis Díaz Hernández empieza a gobernar con filtros, exclusiones y prioridades que poco tienen que ver con la transparencia o con la rendición de cuentas que prometió.













