Un devastador incendio forestal, descrito como el peor en Francia desde 1949, ha arrasado más de 16,000 hectáreas en el macizo de Corbières, en el departamento de Aude, al sureste del país, cerca de la frontera con España. El fuego, que comenzó el martes 5 de agosto a las 16:00 horas (14:00 GMT) en el municipio de Ribaute, ha dejado un saldo trágico: una persona fallecida, una desaparecida, 13 heridos (incluidos 11 bomberos) y una quincena de municipios afectados. Las autoridades francesas han calificado este siniestro como el segundo incendio más grave en los últimos 50 años y el peor en 2025, con una superficie quemada equivalente a la ciudad de París.
El incendio se originó junto a una carretera en Ribaute, y según el teniente coronel Erwan Coiffard, portavoz de la Gendarmería francesa, hay indicios claros de un origen humano, posiblemente provocado por una colilla, aunque no se ha confirmado un acto intencional. El alcalde de Ribaute, Alain Coste, señaló esta hipótesis como la más probable. Las condiciones climáticas extremas, marcadas por una sequía severa en el sur de Francia, altas temperaturas y fuertes vientos de tramontana, han alimentado la rápida propagación del fuego, que alcanzó una velocidad de 6 kilómetros por hora y un frente de 90 kilómetros de perímetro. En menos de 24 horas, las llamas consumieron 1,000 hectáreas por hora, dejando un paisaje de suelos áridos y vegetación deshidratada completamente devastado.
El Ministerio de la Transición Ecológica de Francia destacó que la superficie quemada en este incendio equivale a lo que ardió en todo el país en los años 2019, 2020, 2021 y 2024, y es el doble de lo registrado en 2023. Comparado con el incendio más destructivo en la historia reciente de Francia, que arrasó 50,000 hectáreas en Burdeos en 1949 y dejó 82 muertos, este siniestro se posiciona como el segundo más grave desde entonces, superando incluso los incendios de 2022, que quemaron 72,000 hectáreas en total, incluyendo dos eventos significativos en Gironda que afectaron 30,000 hectáreas.
El incendio ha dejado un saldo humano devastador. Una mujer de 65 años falleció en Saint-Laurent-de-la-Cabrerisse al negarse a evacuar su vivienda. Otra persona permanece desaparecida en la misma localidad, y dos civiles resultaron heridos, uno de ellos en estado crítico. Entre los bomberos, siete sufrieron heridas leves durante la noche del martes, mientras que un accidente de un camión de bomberos el miércoles por la mañana dejó un bombero gravemente herido y tres con lesiones leves. En total, 25 viviendas y 35 vehículos han sido dañados, y 2,500 hogares se quedaron sin electricidad el miércoles por la mañana.
La magnitud del siniestro obligó a evacuaciones masivas. En la localidad turística de La Palme, dos campings con unos 500 veraneantes fueron desalojados de manera preventiva. También se evacuaron campings en Lagrasse y Fabrezan, así como una treintena de viviendas en Tournissan. En Saint-Laurent-de-la-Cabrerisse, las llamas alcanzaron el núcleo urbano, calcinando al menos ocho viviendas. La autopista A9, principal vía de conexión entre Francia y España, fue cerrada en ambos sentidos desde el martes en Rivesaltes, entre Narbona y Perpiñán, generando retenciones de hasta dos kilómetros. La vía fue reabierta parcialmente el miércoles por la tarde.
El gobierno francés ha desplegado un operativo masivo para combatir el incendio, considerado “muy activo” y fuera de control hasta el miércoles. Más de 2,150 bomberos y 600 vehículos trabajan en tierra, apoyados por un dispositivo aéreo que incluye seis hidroaviones Canadair, cuatro bombarderos de agua Dash y tres helicópteros Bombardier. Además, 200 gendarmes, algunos provenientes de otras regiones, han sido desplegados para gestionar el tráfico y garantizar la seguridad en las zonas afectadas. El ministro de Defensa, Sébastien Lecornu, confirmó la participación de militares en apoyo a los bomberos, destacando las “condiciones particularmente difíciles” del terreno.
El presidente Emmanuel Macron expresó su apoyo a los bomberos y fuerzas movilizadas a través de un mensaje en redes sociales: “Todos los medios de la nación están movilizados. Apoyo a nuestros bomberos y confianza en el gobierno y los electos, plenamente comprometidos”. El primer ministro, François Bayrou, y el ministro del Interior, Bruno Retailleau, visitaron Saint-Laurent-de-la-Cabrerisse el miércoles para evaluar el desastre y expresar solidaridad con los afectados. La prefectura de Aude ha instado a la población a permanecer en sus hogares y seguir las indicaciones de las autoridades.
La virulencia del incendio se atribuye a una combinación de factores climáticos y humanos. Según Le Monde, el departamento de Aude y los Pirineos Orientales han enfrentado una sequía severa, con un déficit de lluvias del 55% en invierno y hasta el 69% en junio. Esta situación ha transformado la vegetación en un “polvorín”, facilitando la rápida propagación del fuego. Los fuertes vientos de tramontana, típicos de la región, han avivado las llamas, mientras que la falta de cortafuegos naturales, como los viñedos abandonados en los últimos años, ha exacerbado la situación. En palabras del director de la cooperativa de Saint-Laurent-de-la-Cabrerisse: “En 2022 tuvimos heladas, en 2023 y 2024 la sequía. Este año, el fuego. Parece que estamos malditos”.
Además, las autoridades han señalado un déficit de aviones de extinción como un factor limitante. Los aparatos actuales son antiguos, y aunque se han encargado nuevos equipos, su entrega tomará tiempo. Este problema ya fue evidente en un incendio reciente en la periferia norte de Marsella, lo que ha reavivado el debate sobre la necesidad de modernizar los recursos aéreos de extinción en Francia.
El incendio ha devastado una región conocida por sus viñedos, un pilar económico del departamento de Aude. La cooperativa de Saint-Laurent-de-la-Cabrerisse teme haber perdido la totalidad de su cosecha de 400 hectáreas, a solo 15 días del inicio de la vendimia. Este desastre se suma a los desafíos previos de heladas y sequías, amenazando la subsistencia de los productores locales. Desde el punto de vista ambiental, la quema de 16,000 hectáreas de bosques y matorrales representa una pérdida significativa de biodiversidad, además de contribuir a las emisiones de carbono en un contexto de cambio climático.
El incendio de Corbières supera en magnitud al registrado en julio de 2025 en la misma región, que quemó 2,000 hectáreas y fue considerado el mayor en 40 años en Aude. En comparación con el incendio de Burdeos de 1949, que sigue siendo el más destructivo en la historia reciente de Francia, el actual siniestro destaca por su rapidez y por la extensión quemada en un solo día. Los incendios de 2022 en Gironda, que arrasaron 30,000 hectáreas, también fueron devastadores, pero se prolongaron durante semanas, mientras que el fuego de Corbières ha causado un impacto comparable en menos de 48 horas.
La ministra de la Transición Ecológica, Agnès Panier-Runacher, subrayó la gravedad del evento al compararlo con la superficie quemada en todo 2024. “Es uno de los incendios más graves de la historia en Francia”, afirmó en redes sociales. El gobierno francés ha prometido reforzar las medidas de prevención y respuesta ante incendios, en un contexto de aumento de eventos climáticos extremos en Europa.
Mientras los bomberos continúan su lucha contra las llamas, el incendio de Corbières plantea preguntas urgentes sobre la preparación de Francia frente a desastres naturales exacerbados por el cambio climático. La combinación de sequía, altas temperaturas y recursos limitados ha puesto a prueba la capacidad de respuesta del país. Con el fuego aún activo y las condiciones climáticas adversas, las autoridades advierten que el control total del incendio podría tomar días, si no semanas. La tragedia en Aude no solo deja un saldo humano y material devastador, sino que también refuerza la necesidad de acciones estructurales para mitigar los riesgos de futuros incendios en un mundo cada vez más cálido.