En el rancho Izaguirre, Jalisco, colectivos de búsqueda de personas desaparecidas se encontraron con un escenario desolador y sin respuestas. Bajo el galerón donde antes se hallaron ropa, zapatos y un altar a la Santa Muerte, solo quedaron adoquines apilados y rastros de excavaciones, mientras las madres buscadoras recorrían el terreno en busca de indicios.
Pese a la presencia de agentes de la Fiscalía y de la Policía Investigadora, nadie ofreció explicaciones sobre las labores realizadas en el sitio. Banderines de colores marcaban posibles evidencias en un terreno plagado de excavaciones, pero la ausencia de avances concretos indignó a los colectivos.
Las familias esperaban conocer los trabajos de investigación, pero en lugar de eso, se sintieron engañadas. “Nos trajeron a un rancho vacío, esto es una burla”, expresó Elia Cervantes, de Familias Unidas por Nayarit. La convocatoria, promovida tras el anuncio del fiscal Alejandro Gertz Manero, no contó con la presencia de ninguna autoridad federal, dejando en incertidumbre a los asistentes.
La indignación creció cuando las buscadoras notaron que la ropa y objetos vistos en videos ya no estaban. Funcionarios del gobierno estatal admitieron en privado sentirse abandonados por la Federación, sin apoyo ni información clara sobre el caso, lo que refuerza la desconfianza de las familias en las instituciones encargadas de la búsqueda de desaparecidos.