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La Soga al Cuello

San Luis Capital

Beltrán y las visitadoras

No se olvide que hay que distraer gente y dinero para la caza y represión de los locos del arca. Pantaleón y las visitadoras. Mario Vargas Llosa.

El instituto mexicano del seguro social (IMSS) delegación San Luis Potosí es un ente importante en la vida de los potosinos, quizás la última frontera para enfrentar una cirugía mayor antes que quedarse en la ruina económica. Es sabido que los hospitales privados exigen un depósito en garantía para sobrellevar los penosos días de una intervención quirúrgica y actualmente la hora de quirófano y personal capacitado anda por las nubes. El negocio más rentable además de las drogas sintéticas es el de la salud. Estudios de laboratorio, diagnósticos, tratamientos, medicamento especializado, rehabilitación, uff, ni se diga trasplantes, es un mundillo complejo que podría acabar con el patrimonio de una familia.

El IMSS, el ISSSTE y los servicios de salud en menor medida tendrían la cobertura para la mayor parte de la población, siendo el seguro social el de mayor cantidad de agremiados. Ahí las cosas marchan a otro ritmo, las cirugías se postergan, los especialistas son escasos, la atención es poco menos que obligada, hasta el saludo te regatean los empleados administrativos, nadie está contento con su trabajo y hasta el menor rango dentro de la inmensa estructura de poder, saca el pequeño dictadorzuelo que todos llevamos dentro. Y así pasa, desde la trabajadora social que reparte folletos hasta el director administrativo se sienten dueños de su pedazo de pasillo, el cubículo y la llave del baño que si funciona. Es lo que yo llamo “la jerarquía de la ojetez”.

La verdad es que en este “mundito” llamado México todos tenemos que lidiar con un deseo inaudito de ser culero, porque hasta el chofer o el camillero han sufrido la espera obligada por la necedad de algún compañero de trabajo que recién comenzó su hora de almuerzo, o la abyección del encargado de recursos humanos que olvidó.   tramitar algún permiso o justificar una falta. Pero a veces suele pasar que se instalan (o se forman ahí dentro) verdaderas mafias criminales, capaces de saquear la institución y que buscarán inevitablemente beneficiarse económicamente y postergarse en el privilegio. Tal es el caso del camaleón Raúl Mario Beltrán Flores, jefe del área jurídica desde la época del morelense José Sigona Torres al frente de la delegación en San Luis Potosí.

Beltrán fue cesado por haber malversado el caso de la jubilación de su propio padre para concederle una jugosa compensación vitalicia, posteriormente supo moverse en los altos niveles porque volvería al paso del tiempo al mismo cargo y con mayores bríos. Justo en este sexenio se modificó la estructura de las delegaciones y ahora se sujeta la norma a “profesionales de la salud” para encabezar las posiciones políticas, pero además le resta facultades al titular en cada estado y aunque no puede operar a su libre albedrío, los responsables de las áreas administrativas si tienen mayores facultades exclusivas. O sea que la delegada María del Rosario Garrido es poco menos que una maceta en el corredor.

Casi está a punto de cumplirse el cuarto mes desde la misteriosa desaparición de Luis Mario Martin Villuendas, titular del área administrativa y dos subalternos con los que hacía coalición para saquear a la institución. José Rafael Parra, responsable de las licitaciones y Vinay Fuentes, encargado del almacén. Tampoco volvieron a sus encargos dichos personajes después del ocho de diciembre, en su calidad de prófugos esperan pacientemente a que las cosas se enfríen y su amigo Mario Beltrán pueda hacer un trato. Las investigaciones que derivaron en el descubrimiento de un desfalco millonario estuvieron a cargo de un área federal de la misma institución quienes se dijeron sorprendidos que la delegada y el jefe del área jurídica no se hubieran percatado del quebranto de más de cien millones de pesos.

Villuendas fue promovido por Beltrán ante la recién nombrada delegada María del Rosario Garrido para ocupar el área administrativa de la delegación San Luis. Provenía de la Ciudad de México donde trabajaba en las oficinas centrales y Beltrán le debía una, precisamente revertir aquél cese que lo había dejado fuera cuando favoreció a su padre con el procedimiento anómalo de jubilación. Más que amigos, ya eran cómplices. Hasta el momento el jefe del área jurídica ha correspondido a la lealtad de malandros, ni por la vía administrativa, ni por lo penal se ha esmerado él área jurídica de la delegación para dar con los responsables del robo millonario y deslindar responsabilidades, obviamente. Seguramente se atiene a que los enviados de la Ciudad de México se les dificultará llevar por su cuenta todos los procedimientos.

Mario Beltrán Flores cierra el círculo de la impunidad y corrupción por la vía familiar, es esposo de la jueza de control Dora Irma Carrizales. Beltrán ya había sido parte del escándalo cuando fue denunciado por una trabajadora del IMSS por acosarla sexualmente y ante la negativa de la mujer, tuvo que padecer el hostigamiento laboral del funcionario. El entonces delegado José Sigona Torres lo protegió a pesar de que se presentaron como pruebas una serie de grabaciones donde se podía constatar que dialogaba de forma morbosa con la trabajadora a la cual pretendía cobrarle el haberla apoyado para obtener su base laboral con favores sexuales. Esa historia concluyó con él despido de la trabajadora y una multa de cinco días para el jefe del área jurídica.

El escándalo no fue tan grave como el que no trascendió más allá de grupos de WhatsApp y correos electrónicos de denuncia. El caso involucró al entonces titular de la jefatura de servicios de desarrollo de personal José Adán Lárraga Gómez y al mismo jefe del área jurídica quienes a fin de obtener colaboración absoluta del líder del sindicato, el doctor Claudio le proveían de personal femenino para compañía en cualquier evento que se realizaba fuera de la ciudad, congresos, simposio y cuanta cosa se inventaba el monstruo. El depredador ni siquiera tenía que convencer a sus víctimas, algunas apenas las conocía, pero eran favorecidas por algún ascenso o mejoría en el trabajo, incluso, con las codiciadas bases.

Lárraga se volvió millonario en su paso por el control del área de recursos humanos del IMSS, presumía carros costosos y joyas. Su salida no fue intempestiva, más bien planeada. Como ejemplo basta revisar cómo alguien con su salario pudo haber adquirido los cinco locales de una pequeña plaza comercial por la avenida Ricardo B. Anaya donde rentaba un espacio y ahora todo es un restaurante de comida huasteca. Hasta acá no llegan las visorias de la unidad de inteligencia financiera. Y eso que ya se está acabando el sexenio del presidente que prometió erradicar la corrupción de raíz.

¿Hasta cuándo concluirá el reinado de Mario Beltrán en el IMSS?

Quizás brinque el sexenio y entonces ya se habrá vacunado con el manto sagrado de cuarta transformación.

@gandhiantipatro

UASLP

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