La cámara húngara
El problema con la democracia es que cada vez que la gente se reúne, es demasiado estúpida para hacer lo correcto. Jürgen Habermas.
En San Luis Potosí pareciera que toda esta pachorra colectiva es resultado de los gobernantes anodinos y sus equipos de marketing, unos reparten souvenir, otros hacen festivales a discreción, pasean artistas caros, deportistas cotizados en la bolsa llevan alegría a ciudadanos marginales en nombre de algún político de marca registrada. En San Luis tenemos dos, el gobernador mantiene su ritmo peligroso, pareciera que no se le acaba el dinero, ni el ímpetu, ni las ganas de dar risa o llevar felicidad y esperanza hasta el rincón más miserable, alejado y precario del estado. El alcalde ni se diga, ahora tiene un crush con el ciclista colombiano Nairo Quintana quien estará pedaleando su bicicleta próximamente en nuestra aldea.
Tal vez la diferencia es que el gobernador le apuesta a la cantidad, le gustan las cosas grandes, las plazas atascadas de gente, los monumentos a la soberbia, aunque no sean muy refinados los gustos, son amenos y masticables. Quizás al gobernador le haga falta alguien con mayor sensibilidad como Daniel de la Llera director de cultura municipal. En el pasado festival de la ciudad demostró que se puede hacer un buen cartel, equilibrado y muy diverso con recursos económicos limitados, incluso, en cuanto a la asistencia y permanencia del respetable compitió contra la horda de Orcos que van y estrangulan la empobrecida Soledad de Graciano Sánchez en la ya funesta feria de la enchilada. La cantina más grande de la entidad.
Y es que alguien dijo: (y lo dijo bien) el día que estos organicen la procesión del silencio van a vender cerveza y tacos en cada esquina del periplo sagrado. Lo que sí ya no alcancé a escuchar de quién hablaban, yo creo que del ayuntamiento de Soledad. La competencia ha sido encarnizada y la lucha política pronto se trasladará a las calles de las unidades habitacionales y colonias de la periferia. Los programas municipales y estatales de tipo social tienen como único objetivo destacar las virtudes del jefe político de estado y municipio capitalino. El culto a la personalidad en su máxima expresión y aunque Enrique Galindo Ceballos no tiene a su alcance grandes cantidades para distraer la moral potosina, ha sabido hacer rendir los pesos.
Y es precisamente en el éxito del modelo clientelar donde radica su principal defecto, la gente identifica perfectamente al gobernador Ricardo Gallardo Cardona, igual que al alcalde, pero no saben quién es el titular del INPODE o el director de obras públicas del ayuntamiento de la capital. Nadie quiere opacar cualquier instante (el más insignificante) de gloria del jefe. Ninguno de los bandos se atreve a revisar el perfil y los impactos mediáticos de cada posible aspirante a diputado local o federal. Sobre todo, porque podrían estar distrayendo recursos económicos importantes que son necesarios para ensalzar al jefe y destacar su capacidad y liderazgo.
El resultado de la elección de gobernadora hoy en el Estado de México dejó claro que las tendencias nacionales importan y que el aval o el desdén del presidente Andrés Manuel López Obrador nunca fueron tan importantes como hoy. Ha convertido el atril de su conferencia de prensa matutina en un púlpito desde donde se construyen o derrumban reputaciones, más que un gobierno o un proyecto político esto parece una secta. Los rituales son importantes para divulgar la nueva fe, la palabra es el mensaje y como él mismo presidente lo dijo alguna vez, solo se requiere repetirlo mil veces hasta que mágicamente se convierte en una verdad sabida. El jefe del ejecutivo va a repetir hasta la náusea que: el próximo presidente de México necesita tener el congreso para consolidar la cuarta transformación.
El punto es que en la política aldeana se pierde de vista el horizonte por estarse mirando los zapatos, y vamos, que tanto el gobernador como el alcalde a la menor provocación sacan un listón, un par de tijeras y una banderola. Antes andaban del brazo y por la calle, después, algo pasó. Es cierto que al gobernador le quedan cuatro años, pero si no supera las expectativas que él mismo construyó, puede ser que su proyecto político se ponga en perspectiva. La razón es elemental, el gobernador está obligado a la alianza con Morena en los procesos locales o se verá obligado a derrotarlos de manera avasallante. Pero si el voto de confianza para el presidente Andrés se convierte en voto en cascada y el partido verde es derrotado por su aliado federal, pero a nivel local le faltan al respeto, las condiciones de negociación cambiarán de forma radical.
O sea que la fuerza moral del presidente, esa inmanencia que muchos quisiera, pero solo Morena podrá tener mientras el presidente viva, podría ser tan grande que es capaz de derrotar a sus propios aliados. Súmele usted estimado lector que la dirigencia local de Morena está encabezada por la hermana de la poderosa jefa de la policía federal Rosa Icela Rodríguez. Rita Ozalia Rodríguez es necia y obcecada, pero crédula, según los más avezados analistas políticos de pasillo en la ingenuidad de la señora radica la complejidad de la negociación para el partido verde. Ellos no quieren negociar con los morenos, quieren imponer la planilla completa con sus alcaldes reciclados y sus siervos y que los morenos llenen los espacios en blanco, de preferencia con mujeres para equilibrar el género.
Nunca hay que subestimar a nadie, ni siquiera a una maestra de primaria frente a grupo. Habiendo sido cohabitada por la fuerza moral del presidente y después de haber sido perdonada por semejante acto de contrición, todos los pecados se fueron por el vertedero de la ignominia. Después fue premiada y a la postre sería Secretaría de Educación Pública y ahora, esas caras largas parecen indicar que la maestra Delfina Gómez será la próxima gobernadora del Estado de México. Ahí donde el grupo “Atracomulco” sentó sus reales y todo lo relacionado con el poder era una danza operística, un gigante se dobló por un patín en salva sea la parte y ya no se levantó.
Y por último Enrique Galindo Ceballos la tiene fácil y no, las expectativas no son muy altas, y como decía mi abuelo: aquél que no espera nada de la vida, jamás será defraudado. Y quien no tiene mucho que perder, tiene todo que ganar.
@gandhiantipatro