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La soga al cuello

El remedo

¿Y ahora quién cuidará al hijo de la viuda?

El PRI se encuentra ante la disyuntiva de renovarse o morir, fieles a su espíritu camaleónico se preparan para su vigésimo tercera asamblea nacional. El próximo once de diciembre una delegación de 25 priístas potosinos asistirán al evento a desarrollarse en la sede del comité ejecutivo nacional. La mayoría ex funcionarios públicos y de elección popular, seguramente será un debate interesante el que tendrán los mismos responsables de la debacle electoral. Habrá que ver ese ejercicio de autocrítica que les permitirá renovarse o morir.

El aún dirigente estatal Elías Pesina Rodríguez declaró muy orondo a tres reporteros extraviados que pasaban por las oficinas del PRI que “después de las condiciones que se vivieron en las elecciones de este año, siempre hay movimientos, ajustes, reflexión de los militantes y de los dirigentes para los cambios que llevan a mejorar al partido, todos los cambios tienen que ser para evolucionar, estamos organizándonos y viendo al futuro”.

Vale la pena reproducir las palabras del líder príista a fin de establecer para el lector longincuo cuál fue la razón de la casi extinción del otrora poderoso partido revolucionario institucional. La primera es la sumisión al gobernador, no importa si es un mediocre o un traidor, son incapaces de rebelarse. Cuando gobiernan un estado, inmediatamente transforman al personaje con la investidura en un ser divino, todopoderoso, omnipotente y dotado de una gran sabiduría. Cuando se equivoca, se limitan a justificarlo, nunca serán capaces de objetar una decisión. Son como un inmenso ejército de orcos tricolores.

Los príistas siempre han sido una vetusta pero funcional máquina de hacer votos, pero perdieron toda identidad a medida que ascendieron al poder personajes como Juan Manuel Carreras López. Todavía a inicios del año electoral, había quien exaltaba el genio maquiavélico del “güero” Carreras por estar metido en casi todos los partidos, ellos lo miraban con ojos de amor. Un cuasi Vito Corleone que en realidad, érase la ramera de Babilonia.

Ahora, el partido llamado alguna vez “de las mayorías” se encuentra en la horfandad, liderados por un personaje patético y servil que difícilmente puede sostenerse a sí mismo. No dudaría que aún reciba instrucciones de Juan Manuel Carreras López, después de todo, la carrera política de Elías siempre fue menear la cola y suplicar por una palmada para sentirse aceptado. Carreras siempre le proporcionó el sustento pues difícilmente podría encontrar alguien más determinado a tolerar las humillaciones y el carácter difícil del irascible personaje. La conexión entre esos dos se parece a la del abusador y la víctima que sufre síndrome de Estocolmo.

Se esperaba que esos cambios de los que habla Elías y que siempre suceden después de un proceso electoral vinieran de algunas de las corrientes divergentes que hay en el revolucionario institucional, pero la mayoría de los políticos de San Luis Potosí andan en la brega consiguiendo una audiencia con el nuevo gobernador José Ricardo Gallardo Cardona. Todos quieren vender la misma idea, ser el esquirol del gobernador en un partido ajeno al verde y ponerlo a su servicio.

También es cierto que la catástrofe priista encumbró en las pocas posiciones que se obtuvieron a políticos ligados al ex gobernador, y aunque no son un dechado de lealtad, tampoco está la militancia en su mente a la hora de pensar en el futuro. Más bien, se desgañitan para obtener algún negocio que les proporcione cierta estabilidad económica y quizás mantenerse en el juego político, aunque sea como esquiroles al servicio de la gallardía. Ejemplo tácito el ex secretario de gobierno Alejandro Leal Tovías o Edmundo Torrescano, los dos diputados y muy cercanos al ex gobernador. Este par son más socarrones que el iluso Elías Pesina, pero igual traen la marca de la bestia tatuada en la frente.

El pervertido vástago de un ministro cristiano que migró desde el vecino estado de Tamaulipas se encuentra amenazado por dos corrientes políticas importantes, la primera es un tigre de papel, Pablo Valladares siempre buscando afanosamente el respeto que el poder obsequia se apresta al asalto al PRI. Pero vamos, quitarle las llaves del edificio a Elías Pesina será tan facil como arrebatarle las muletas a un lisiado. El problema es que Pablo es un Junior de la política, y desde la extinción de su operador estrella Jesus Ponce Zúñiga, se ha quedado sin brazos, sin piernas y sin vía alterna.

La agrupación política estatal que le da referencia al grupo Valladarista tiene dos niveles, los VIP como Beatriz Benavente; Enrique Malacara; Erika Velázquez; Fernando Chávez; Gerardo Serrano; la corte del pequeño dictador, casi siempre como empleos con cargo al erario gracias a los berrinches de pablito Valladares.

El segundo nivel era el grupo operativo, una suerte de escuadrón de la muerte que encabezaba Jesus Ponce, rodeado de viejos operadores políticos que hacían desde alquimia hasta ingeniería electoral según se ofreciera, ahora, ante la ausencia del sempiterno jefe de la manada no han logrado encontrar la brújula.

Entre el arquitecto Luis Antonio González y Yolanda Castillo se repartían las querencias del mapache mayor, seguramente la disputa se resolverá en favor de la actual secretaria de accion electoral del comité estatal. A pesar de ser una operadora muy exitosa con ya dos procesos (¿fracasos?) electorales a cuestas se le atribuye parte del descalabro en la reciente elección. La estructura electoral es un negocio muy lucrativo para quien sabe simular, y Yolanda aprendió de los mejores.

La segunda opción es más peligrosa, Oscar Bautista Villegas es el animal político perfecto, sin escrúpulos, sinvergüenza, con dinero, rabioso como un tlacuache hambriento hurgando en un bote de basura, amigo del dirigente nacional “alito” Moreno y con buenas migas en los altos niveles de la confederación nacional campesina, si acaso el único sector priísta que aún es funcional y conserva su capacidad operativa.

El “cochiloco” como cariñosamente le llaman algunos detractores por su impresionante parecido con el personaje interpretado por Joaquín Cosío en la película “el infierno” no se hace del rogar y ya ha ordenado desenterrar el hacha de guerra. Incluso podría decirse que ya se está tardando para hacer algunos destrozos, aunque su principal opositor viene de fuera, el gobernador Ricardo Gallardo ya envió misivas con sus aliados príistas, no quiere ver a su antiguo socio en posición de relevancia alguna. Casi, casi, como Robespierre le hizo el feo a Fouché cuando le dio el topón en París.

Por su parte el alcalde de la capital Enrique Galindo Ceballos no termina por definirse si quiere ser príista o si se afianza con el panismo a punto de renovar su dirigencia estatal, si opta por renovar el alicaído PRI, sabe que será costosísimo y poco rentable. Para sus ambiciones personales sería mejor alimentar el ego de dos o tres personajes panistas de relevancia y asegurarse de una posible candidatura al senado o a la reelección por la alcaldía según convenga. Por lo pronto es como la quinceañera del baile, y ya van empezar a tocar el vals.

Sea pues Elías Pesina Rodríguez, medroso y acoquinado, eres el último clavo en el ataúd, devoto cristiano y místico, sea la palabra sagrada y la ausencia de fe, ¿que diría el ministro que prodigaba su moralina si te viera revolcando su legado entre las miasmas de Asmodeo?

@gandhiantipatro

Trituradora la Concha

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