Por: El Jofrito
El arco se abrió… pero sin ciclovía ni aplausos.
Por fin, después de más de un año de espera, la vialidad en torno al famoso “Arco de Bienvenida” fue liberada. Una obra que parecía interminable, no por su complejidad, sino por el desinterés, la desorganización y el clásico tortuguismo que caracteriza a ciertos proyectos estatales ha sido finalmente tomada por la ciudadanía… aunque sin ceremonia oficial, sin cinta inaugural y, sobre todo, sin las mejoras prometidas.
La presión no vino de los despachos ni de las curules. Fueron los propios ciudadanos —esos mismos que caminan diario por ahí, que abren sus negocios aunque las máquinas tapen los accesos y que tienen que lidiar con el polvo y los baches— quienes decidieron actuar. A través de este medio informativo, algunos comerciantes y vecinos habían solicitado la intervención de los dos regidores del Partido Verde Ecologista de México para que, en su calidad de representantes populares, pidieran a las autoridades estatales que agilizaran la entrega de la obra.
Pero la gestión nunca llegó. El silencio fue su respuesta.
Y como sucede en tantas otras ocasiones, la ciudadanía se organizó por su cuenta. Bastó el llamado de una persona para que un grupo se reuniera a limpiar el lugar, a despejar el camino y a dejar listo lo que las autoridades no pudieron —o no quisieron— terminar. La obra, según se ha dicho, ya estaba prácticamente concluida desde hace semanas, con apenas algunos “detallitos” pendientes: plantar unos arbolitos, colgar unas flores, pintar aquí y allá… lo suficiente como para montar una bonita inauguración con discursos, listones y selfies. Pero les arruinaron la fiesta. Sin previo aviso, el arco ya está en funcionamiento.
Ahora bien, más allá del simbolismo del arco y su reactivación, hay un punto que inquieta: ¿y la ciclovía? ¿y las áreas peatonales prometidas? Porque en la propaganda y los anuncios iniciales se habló de una obra integral, incluyente, con espacio para todos los tipos de movilidad. Pero al primer vistazo —y al segundo también— no hay rastro de eso. Ni rampa, ni paso peatonal digno, ni señalización clara. Lo que hay es lo de siempre: espacio para coches y poco más.
Se agradece que, al fin, la vialidad esté abierta. Pero también se exige que no se olvide el compromiso con una ciudad más humana y menos centrada en el automóvil. Porque mientras no se cumpla esa visión, por más arcos de bienvenida que se construyan, la ciudadanía no tendrá mucho que celebrar.
Las fiestas patronales en el barrio estuvieron de lo mejor, de hecho, ya se sabe que, por traición, ese evento siempre ha sido de los mejores, incluso supera, con mucho la Feria Regional de Tierra Nueva, la FERETI, la cual, por cierto, ya está prácticamente a un mes de arrancar y, hasta donde se sabe, no se cuenta con una buena estrategia para promocionarla. Hay que aprovechar que todavía Tierra Nueva es “Pueblo Mágico”, porque así, como van las cosas, no sería de extrañar que el nombramiento le sea retirado y, como premio de consolación le endilguen otro. No es lo que uno quiera par este pueblo, al cual visitamos ininterrumpidamente cada semana, merece mejor suerte. Ya ahora fue bendecido con el agua que llenó y hasta se derramó, en la presa La Muñeca, algo que, según nos cuentan no sucedía desde hacía 31 años. Efectivamente, hace 18, se llenó, llegó a su capacidad máxima, pero no hubo desalojo por el vertedero, como ahora sucedió. Hay beneplácito entre la población por este hecho y las redes sociales se inundan de comentarios y fotos del vaso de captación y de lo que queda sobre el agua de la torre del campanario de la capilla. Nos leemos el lunes próximo.