Por: El Jofrito
Pues sí, contra todo pronóstico, el pasado “Trial Mágico” dejó derrama económica en la cabecera municipal. Y eso, hay que reconocerlo, no es poca cosa. En un municipio donde la actividad económica suele depender de unos cuantos días de feria o de las festividades religiosas, este tipo de eventos representan un auténtico respiro para comerciantes, prestadores de servicios y hasta para los curiosos que, por fin, ven movimiento en sus calles. Lo curioso es que no hubo una gran promoción, ni espectaculares, ni campañas digitales, ni mucho menos presencia estatal en la organización. Fue más bien la inercia del entusiasmo de los participantes, de los clubes y de los mismos habitantes quienes lograron que el evento cobrara vida propia. Por un día, Tierra Nueva vivió un ambiente distinto: las calles llenas, el bullicio del público, las motocicletas rugiendo y los negocios locales haciendo su agosto en pleno octubre. Claro está, sería ingenuo pensar que con un evento así se resuelve el rezago o la falta de inversión pública. Pero sí demuestra algo importante: cuando hay voluntad y coordinación, se pueden generar resultados visibles, aun sin grandes recursos. Lo que preocupa es que, si bien el evento resultó exitoso, no se convierta en una “llamarada de petate”, una chispa momentánea que se apaga al día siguiente sin dejar nada sólido detrás. A esta administración municipal todavía le restan casi dos años de trabajo, tiempo suficiente para definir si su legado será el de los eventos simbólicos o el de las acciones con verdadero impacto para los habitantes. Porque, seamos sinceros, la obra pública en Tierra Nueva ha sido limitada. Y si bien puede argumentarse que el municipio tiene restricciones presupuestales —como la mayoría de los pequeños ayuntamientos—, también es cierto que la distribución del recurso estatal parece seguir criterios más políticos que sociales. Es evidente, y no hay que ser malpensado para decirlo: la entrega de recursos para infraestructura no debería depender del color del partido, sino de las necesidades reales de la población. Tierra Nueva tiene potencial: su ubicación, su gente trabajadora, su vocación turística en ciernes. Pero requiere más apoyo, más visión y menos indiferencia desde las oficinas del gobierno estatal. Una prueba de lo que comentamos es el hecho que, en Zaragoza, donde desgobierna Amada Zavala, el jueves pasado, el gobernador Ricardo Gallardo, dio inicio la reconstrucción de la carretera 22, de Santo Domingo a Cerro Gordo, además entregó la pavimentación de dos calles: una en la esperanza y otra em Cerro Gordo, además iniciar la reconstrucción de la escuela primaria Francisco Villa y el anuncio de la construcción de una escuela preparatoria. Pero la alcaldesa de ese lugar, aunque no hace obra pública y, en cambio solo reseña en redes sociales viajes y fiestas, se da tiempo para entregar aparatos electrodomésticos, aunque son solo para incondicionales del Verde. Llama la atención que señala que esa obra, la reconstrucción de la carretera 22, es posible gracias a su “incansable trabajo de gestión”. Es flaca la memoria de la señora Zavala, porque olvida o pretende olvidar que el año pasado, durante la primera gira de trabajo de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, anunció la reconstrucción de esa carretera. Apenas tenían una semana de haber asumido, Sheinbaum Pardo la presidencia de la República Mexicana y Zavala la presidencia municipal. Entonces la pregunta sería ¿Cuándo o cómo realizó esa incansable labor de gestión? Es fácil mentir cuando se creé que la gente no tiene memoria, igual ocurre cuando se cuelga del evento NASCAR, que dice que ya Zaragoza es referente internacional con ese serial, pero pasa por alto que quien ha realizado todas las gestiones ha sido el alcalde de la capital, Enrique Galindo Ceballos. En fin, está a las caiditas y, obvio, todo eso es con “el sello de la casa”.













