Dos descalabros ha tenido el Gobierno del Estado en las ultimas semanas, los dos a manos del imperio de la chiquillada como ahora se le conoce a los partidos minoritarios que están haciendo valer su ley en el Congreso del Estado.
Dicen que mas sabe el diablo por viejo que por diablo y sí, el oficio político de Eugenio Govea y de Oscar Vera Fabregat exhibe un valemadrismo dorado de los colaboradores del gobernador Juan Manuel Carreras, metidos ya de lleno en tareas ajenas a las que les manda el ejecutivo.
Es así como la chiquillada reventó primero la propuesta de reestructura de la deuda, el domingo la reforma electoral y al final, el lunes 29 de junio, lograron doblar a los cabilderos del gobierno y a los partidos grandes: PAN, PRI y Morena.
Si un político no tiene oficio, no es político y, vaya que lo dejaron claro Oscar Vera Fabregat y Eugenio Govea que no encontraron pelea parlamentaria a la hora de discutir lo que pretendió ser una reforma porque, siendo serios, ni era reforma, ni era electoral.
Así, con el poder de su conocimiento, de su fuerza argumentativa y su retorcido colmillo (que solo se da a los inteligentes) echaron abajo un velado intento por sepultar a los partidos minoritarios también conocidos como “la chiquillada”.
Obviamente, los que hicieron la ley buscaron complicarle la vida al cacique de Conciencia Popular, “El Eterno” (le dicen sus compañeros diputados) pero también quisieron ponerle lápida al PRD, al PT y al PES que hicieron ronda con Govea, hábil operador y con Vera Fábregat, histriónico pero muy entrenado en la tarea de la sobrevivencia política, esté quien esté en el gobierno.
La chiquillada tiene claro que, en un Congreso del Estado ultra fracturado, una alianza les hace poderosos y que pueden incluso, inclinar la balanza en las votaciones trascendentales para el gobernador y los grupos de poder.
Un imperio de poder es lo que ha construido la chiquillada porque saben hacer política, porque cumplen acuerdos, porque no se toman las posiciones de manera personal y porque la inteligencia y la estrategia son sus herramientas de trabajo.
Algunos podrán desacreditarlos pero muchas veces esa chiquillada ha salvado a los potosinos de muchas barbaridades que han querido hacer gobiernos y partidos mayoritarios que llevan a las curules a personas sin experiencia, sin conocimiento y sin convicciones firmes.
El 2021 llegó con una ley en donde la chiquillada tiene asiento preferente. Esperen noticias.
P.D.1.- Al que le sobra chamba es al ex comisionado de la Policía Federal, Enrique Galindo, el hombre gana porque gana en el 2021. Es consejero nacional del PRI, aspira a ser candidato a la presidencia municipal por ese partido y ya tiene una invitación para la Secretaría General de Gobierno si su amigo Octavio Pedroza logra ser candidato y luego gobernador del Estado. Suerte te dé Dios que el saber poco te importe, dice el refrán.
P.D.2.- Enrique Menchaca Zúñiga es otro tipo con suerte; logró convertirse en comisionado de la CEGAIP. Por cierto, ahora que otra vez es importante, mientras rendía protesta al cargo, corrió el recuerdo de aquella vez en que se lió a golpes con el hoy notario Carlos Fonseca Castaño en Palacio de Gobierno -era el sexenio de Fernando Toranzo-. Menchaca era protegido del secretario general, José Guadalupe Durón Santillán, y Fonseca, de Cándido Ochoa. Dicen que les ganó la pasión y lo resolvieron a trompadas. Los dos aseguran que ya maduraron. Aha!
P.D.3.- El Senador Marco Gama incrementó su actividad pública por estos días. El panista tiene claro que la gubernatura está al alcance de su mano, siempre y cuando no se fracture su partido.
P.D.4.- Que en Tamuín, la alcaldesa, Esmeralda Sánchez, trae una campaña en contra del empresario Miguel Gutiérrez, productor de carne, propietario de una de las empacadoras mas grandes del país. Por sus pistolas la señora le clausura y luego le quiere hacer pleito ratero. Se sabía que era inepta, pero ahora deja claro que además, es corrupta.
Hasta la próxima.
