Estados Unidos impondrá nuevos aranceles a productos de Canadá, México y China a partir del martes, una medida que ha desatado advertencias sobre una posible guerra comercial y un alza en la inflación.
Donald Trump, desde su residencia en Florida, justificó los aranceles como una respuesta a lo que considera prácticas comerciales desleales, reconociendo que la medida podría generar costos para los consumidores estadounidenses. En contraste, la Casa Blanca emitió un comunicado en el que relacionó las restricciones comerciales con el combate a la delincuencia y el tráfico de drogas.
Economistas como Paul Ashworth, de Capital Economics, alertaron sobre el impacto inflacionario de estos aranceles, mientras que Ed Yardeni, de Yardeni Research, advirtió que una escalada de represalias podría frenar el crecimiento económico. Incluso el Wall Street Journal, un medio afín a políticas conservadoras, calificó la decisión como “la guerra comercial más tonta de la historia”.
El sector automotriz, altamente integrado entre EE.UU., Canadá y México, ha advertido sobre posibles paralizaciones en la producción y un aumento en los costos de los vehículos. A su vez, en Canadá ya se han comenzado a retirar productos estadounidenses de los estantes como una forma de boicot comercial.
Las represalias no se han hecho esperar. Canadá anunció que impondrá aranceles del 25 % a bienes estadounidenses en respuesta a las nuevas tasas impuestas por Washington. En México, la presidenta Claudia Sheinbaum advirtió que presentará medidas de represalia si no prospera una propuesta de diálogo. China, por su parte, ha denunciado la acción ante la Organización Mundial del Comercio y ha prometido responder con sus propios aranceles.