Por El Jofrito
Bajo no muy buenos augurios el lunes próximo arrancará la Feria Regional de Tierra Nueva, la FERETI 2025, festividad que desde hace décadas se organiza en honor a San Nicolás Tolentino, santo patrono del pueblo. Sin embargo, la edición de este año arranca con cierta incertidumbre y con la sensación de que el tiempo se dejó pasar de más. Apenas la semana pasada, la alcaldesa de Tierra Nueva utilizó sus redes sociales oficiales para comentar que se estaba trabajando en la organización. Lo cierto es que una feria de este tipo requiere planeación, promoción y difusión con suficiente anticipación para asegurar que los habitantes y los visitantes de municipios vecinos se enteren y puedan asistir. Dejarlo prácticamente para la víspera parece, como mínimo, un error de cálculo. Y es que la feria no solo representa un espacio de entretenimiento y tradición, también es una oportunidad de desarrollo económico para el municipio. Aquí radica una preocupación válida: que no se repita el escenario de cada año, con vendedores de otros estados o municipios que llegan, montan sus puestos, hacen negocio y se marchan, dejando apenas un rastro de basura y muy poca derrama económica real para las familias de Tierra Nueva.
Lo deseable sería que esta feria, además de preservar la esencia cultural y religiosa en torno al patrono San Nicolás Tolentino, funcione como una plataforma para que los productores locales, artesanos, comerciantes y prestadores de servicios de la comunidad sean los principales beneficiarios. Que la economía circule dentro del pueblo, y que cada peso invertido en la FERETI contribuya a fortalecer la vida comunitaria.
Es cierto, la fiesta tiene un enorme valor simbólico y es motivo de encuentro entre paisanos y visitantes. Pero más allá de la música, los juegos mecánicos y los eventos tradicionales, lo que está en juego es el sentido de pertenencia y la posibilidad de que la feria se convierta en un verdadero motor de desarrollo local.
Ojalá que, pese al titubeante arranque y la improvisación en la organización, la edición 2025 de la FERETI sorprenda de manera positiva. Que haya orden, buena afluencia de asistentes y, sobre todo, que los beneficios se queden en Tierra Nueva. Porque al final, las ferias no solo deben celebrarse: deben servir para que el pueblo crezca y se fortalezca.
La oportunidad perdida. Nos comentan que, durante la pasada visita del gobernador Ricardo Gallardo Cardona a esta cabecera, con motivo de la inauguración del Arco de Bienvenida, hubo detalles que no pasaron desapercibidos entre los asistentes. Y es que, para decirlo con todas sus letras, ese arco ya había sido “estrenado” semanas atrás por ciudadanos cansados de esperar a que la obra fuera oficialmente liberada. Ellos mismos retiraron los escombros que los responsables habían dejado y pusieron en servicio la que es prácticamente la única vía de acceso a la cabecera.
El acto protocolario, breve como suelen ser estas giras relámpago, dejó entre los presentes una impresión dividida: por un lado, la importancia de la visita del mandatario; por otro, la sensación de que se dejó pasar una ocasión valiosa. Nos dicen quienes estuvieron cerca que la presidenta municipal no aprovechó esos minutos para plantearle al gobernador algún proyecto concreto, alguna obra prioritaria o al menos una petición que respondiera a las necesidades urgentes de la población. Algunos de los asistentes comentaban en voz baja que quizá fue exceso de prudencia, quizá descuido, o tal vez confianza en que habrá otra oportunidad. Lo cierto es que, en tiempos en que la gestión directa marca la diferencia, una omisión de este tipo no deja de llamar la atención.
Porque si algo está claro es que las comunidades pequeñas dependen de esos momentos fugaces para abrir puertas y hacer sentir su voz. Y si se dejan pasar, corremos el riesgo de que los problemas sigan acumulándose mientras los discursos se quedan en los eventos oficiales.