Y así cerramos una vez más el ciclo anual del ignominia, llegaron los informes de gobierno, las fiestas patrias, los préstamos quirografarios y las comparecencias en el congreso del estado. En un suspiro se acabará septiembre y después de un breve impasse llamado octubre, dos meses de fiestas y procrastinación hasta que un día nos despierte la resaca de febrero. La verdad es que con este congreso y con este gobierno las “compra-decencias” de los funcionarios estatales se convierten en una vulgar pasarela destinada al lucimiento de algún servidor público con aspiraciones electorales. Seguramente ahora sí irá el secretario de gobierno Guadalupe Torres a presumir los avances en cualquier materia, usted elija, seguridad, desarrollo social, educación, buen gobierno, cultura recreación y deportes. El popular funcionario se ha convertido en el servidor público imprescindible del gobierno de Ricardo Gallardo Cardona.
A veces eso es bueno, pero también malo eso de ser el tipo de confianza en un grupo político o pandilla de facinerosos, está en el capítulo primero de las 48 leyes del poder de Robert Greene, “cualquiera que sueñe con la gloria jamás se atreva a opacar con el más mínimo detalle la figura del jefe, siempre deberá estar a la sombra del líder de la manada, el macho alfa, el que paga las cuentas, el mátalas callando. El gobernador Gallardo tiene una presencia muy dominante en los medios de opinión y en las redes sociales, siempre atento a lo que se dice de él se ha vuelto un experto en temas de marketing político. El personaje pone a votación hasta el outfit que usará en la ceremonia del grito de independencia y la respuesta de sus “polloliebers” eligen el traje de charro, el otro muy obediente llega con toda la familia disfrazada que hasta parecen sacados de una película de Pedro Infante. Sin duda otro estilo de gobernar, aún no sabemos si bueno o malo, pero efectivo.
La verdad es que Juan Manuel Carreras López era un castroso, tenía fama de ser todo un intelectual, pero también era un vulgar que acostumbraba a humillar a sus funcionarios en las reuniones de gabinete, los que atestiguaron esos vergonzosos incidentes dicen que al “güero” no le bastaba con un simple: usted disculpe señor gobernador, no se volverá a repetir. El vato era ojete, poco le faltaba para agarrarlos a cintarazos. Al final no servía de nada, apenas se daba la vuelta le veían la cara de tarugo, de eso se daría cuenta en los últimos meses y hasta días de su gobierno donde un funcionario de medio pelo en la secretaría de seguridad pública se negó a firmar el contrato para la adquisición e instalación de cámaras de seguridad por 400 millones. El personajillo hasta le puso dedo con el equipo gallardista, “criterio de oportunidad” le dicen.
El gobernador parece tener todo “planchado” para el proceso electoral 2024, sus adversarios políticos no quieren pedo con él, construyó una relación cercana con la candidata presidencial de Morena Claudia Sheinbaum o como le llaman ahora, la coordinadora de las bases para la defensa de la cuarta transformación. La del bastón de mando, la ungida, la consentida del prócer. San Luis Potosí representa el dos por ciento del porcentaje del padrón electoral del país, no es así como que la virtual presidenta de México se despierte algún día por la mañana preocupada por la situación política en el gran tunal. Le interesa o sabe de San Luis porque su entrañable amiga Rosa Icela Rodríguez es oriunda de por acá, y la dirigente estatal Rita Ozalia es hermana de la poderosa jefa de la policía federal. Quizás también se acuerde de vez en cuando del dirigente estatal del partido del trabajo, chilango en el exilio, Héctor Serrano es un viejo conocido de las lides políticas allá en el entonces Distrito Federal (DF) hoy Ciudad de México (CDMX).
A Serrano se le atribuyen ciertos dones y habilidades extremas en el arte del complot, la intriga y la conspiración. Tuvo su auge en el sexenio de Miguel Mancera y según fuentes cercanas a la hoy candidata, se excedió en sus tareas de estudiar y vigilar a las fuerzas políticas que no eran coincidentes y hasta a los aliados coyunturales del grupo “mancerista”. Al personaje se le atribuyen labores de espionaje que habrían agraviado incluso a la señora Müller, ni se diga al círculo cercano de colaboradores y familiares del padre de la cuarta transformación. La señora Sheinbaum tiene preocupaciones más importantes que andar sacando viejas rencillas del baúl de los recuerdos, además, no creo que sea rencorosa, a menos que esté chisqueada. Suele pasar con aquellos que provienen de la izquierda testimonial y estoica, siempre pensaron que serían los eternos indigentes del poder político.
El presidente de la república se autodefine partidario de la ideología de izquierda, pero su forma de gobernar dista mucho de la visión arquetípica de los viejos luchadores sociales forjados en la resistencia o en la clandestinidad. Mientras se desarrollaba la guerra sucia de los setentas el presidente aún era un militante priísta admirador de Enrique González Pedrero -a quien ha citado más de una vez en sus conferencias matutinas. El presidente López Obrador se manifiesta más como partidario de una corriente humanista y aunque tampoco se deja ideologizar, la idea queda como un “respeto al derecho ajeno” entre todos, “vive y deja vivir”, “agua que no has de beber, déjala correr”, como dijera el filósofo de Güémez: el que a buen árbol se arrima, jamás su rama endereza. El humanismo mexicano obradorista es algo así como que tiene que ver con humanos responsables que se portan bien, no roban, no matan y no engañan al pueblo.
En el caso que nos atañe, el gobernador Ricardo Gallardo Cardona no es propiamente un estudioso de la ciencia política, es más bien alguien que conecta con la gente, se brinca a los intermediarios y por eso sabe lo que quieren, -y se los provee. La FENAPO es una clara muestra de cómo el sistema gallardista funciona, no necesita tener a todos de su lado, porque eso es imposible, pero sí puede obtener una mayoría de personas que lo ven como alguien familiar, porque no hay una pose que los separe, es como si cualquiera de los fanáticos que abarrotaron el teatro del pueblo pudieran ser gobernador por un día. Quizás sería el mismo resultado.
En la política mexicana es común que cualquier personaje encumbrado sea objeto de una traición, casi siempre la rata estará dentro del círculo rojo de las decisiones, es típico y muy predecible. A diferencia de otras épocas, hoy los excesos de confianza no se pagan con la vida, sino con algo peor, la pérdida del prestigio social y el escarnio público. Parafraseando al filósofo Sygmunt Bauman: las banalidades de nuestra clase política son una consecuencia de la política líquida que emergió como referente de los políticos deslactosados del mundo actual. “El presente es hoy”, así decía un pendón colgado de un poste y que anunciaba a un político del PRD en las elecciones del estado de Tamaulipas en 2009, todavía en ese tiempo no eran esa patética alegoría de la traición y el despilfarro de ahora. Es tanto.
@gandhiantipatro